miércoles, 7 de mayo de 2014

Opio interventor, por José Miguel Izquierdo.



Opio interventor,
por José Miguel Izquierdo.


  • El Gobierno proyecta improvisación en el manejo de una agenda que no tiene correlato con el dogma del “sagrado programa”. Instala discusiones sensibles y estructurales en ámbitos diversos, abre flancos innecesarios y provoca división en la Nueva Mayoría. Efectivamente, desde La Moneda no se escucha una melodía, sino un ruido incierto, coloraturas desconocidas de una gestión de izquierda, ante las cuales, muchos fueron incautos y pasivos y, ahora, están comenzando a lamentarlo.


La aplanadora con que se tramita la reforma tributaria se quiere expandir hacia la reforma al sistema binominal y al ámbito educacional. La creación de los administradores provisionales, o “interventores”, como han sido motejados, es una mala idea y una mala palabra, igual que Transantiago; tiene carencias estéticas y levanta fantasmas de ideologías del pasado.


¿De dónde sale este proyecto? ¿Forma parte de las primeras deliberaciones del equipo del Ministro Eyzaguirre o es una forma de reaccionar ante problemas de universidades y colegios específicos? ¿Esperan con esto aquietar la ansiedad del movimiento estudiantil? Ellos no se quedarán esperando en las aulas que sean satisfechas sus demandas con el sólo hecho de que el Ministro pida paciencia y confianza.


La falta de diseño y filtro político es evidente. La reforma tributaria se suponía consensuada y aceptada por todos, pero los grupos moderados no tardan en desmarcarse. La celeridad de Arenas y Rincón no da espacio al debate, al perfeccionamiento de la reforma, ni a la consideración de argumentos válidos de la minoría y de asociaciones gremiales. El ritmo busca anular el diálogo y así pretenden validar una sola voz.


En frente, los partidos de derecha están enmudecidos, su intervención es prácticamente irrelevante en las comisiones y enfilan por malos caminos. Lo más seguro es que los próximos Presidentes de la UDI y RN sean los Diputados que representan al Distrito 23 (Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes), lo que resta todavía más legitimidad a la intervención de sus orgánicas, porque sus argumentos aparecen como posturas de una clase social interesada.


Es por ello que la sociedad civil y los medios de comunicación se muestran más efectivos que los partidos y sus Congresales. La Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), en la voz de su Presidente, Juan Pablo Swett, instaló una doble crítica, a través de cuestionamientos certeros y ejemplos concretos, los cuales calaron en los Ministros políticos. Les dolió que se advierta el perjuicio que la Administración provoca a la clase media con su reforma tributaria y el favor que ella hace a los bancos. La sociedad civil, más creíble y rápida que los partidos, obligó a la autoridad a responder con un material audiovisual en clave panfletaria, ideológico y con tintas cargadas hacia el odio de clases. Otra vez, la respuesta de la izquierda es el enfrentamiento más que la atención a la validez de los argumentos de los demás (requisito del pluralismo, dicho sea de paso).


Es la primera vez desde el retorno a la democracia que un Gobierno busca implementar una agenda verdaderamente de izquierda y con mayoría absoluta en ambas Cámaras. De manera agresiva nos obliga a fumar el opio del Estado interventor, regulando ámbitos propios de la libertad de emprendimiento y reduciendo el valor de la iniciativa individual. El cambio de enfoque es evidente, pero las estructuras que soportan el sistema político muy probablemente cederán ante la liberación, de una sola vez, de tanta energía.

 


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