Los países que van para adelante,
por Andrés Oppenheimer.
Hay muchas maneras de intentar pronosticar qué países prosperarán más -y
cuáles menos- en los próximos años, pero una de las más reveladoras es la que
surge de un informe que acaba de publicar la Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI), con el número de patentes internacionales de
nuevas invenciones solicitadas por cada país en 2013.
El informe anual de OMPI -una organización internacional integrada por
187 países- revela que EE.UU. sigue siendo, por lejos, el líder mundial en
innovación, con 57.300 solicitudes de patentes internacionales presentadas ante
ese organismo en 2013, un aumento del 11% sobre el año anterior. En segundo
lugar se encuentra Japón, con 44.000 solicitudes de patentes (1% más), y luego
China, con 22.000 solicitudes de patentes (16% de aumento). En cuarto y quinto
lugar están Alemania, y Corea del Sur.
En comparación, el número de patentes internacionales solicitadas por
los países europeos no varió, y el de los países latinoamericanos permaneció en
niveles insignificantes.
"Hay un aumento en las solicitudes de patentes internacionales de
Estados Unidos y China, pero no en otras jurisdicciones", me dijo Carsten
Fink, el jefe de economistas de la OMPI desde Ginebra.
Fink señaló que las estadísticas de OMPI son una de las mejores maneras
de medir el nivel de innovación de cada país, porque reflejan las patentes de
mayor potencial. Habitualmente, los inventores particulares o las empresas
suelen registrar primero una patente en su país de origen, y solo solicitan una
patente internacional ante la OMPI cuando creen que pueden vender su producto
en otros países.
Todos los países latinoamericanos sumados solicitaron alrededor de mil
patentes internacionales el año pasado, una cifra mínima si se la compara con
las 12.400 solicitudes de Corea del Sur, o las 1.600 de Israel. En otras
palabras, los 32 países de Latinoamérica juntos -con una población de casi 600
millones de personas- presentaron menos del 10% de las solicitudes de patentes
internacionales de Corea del Sur, un país de 50 millones de personas.
En Latinoamérica, Brasil presentó 660 solicitudes de patentes
internacionales el año pasado, México 233, Chile 144, Colombia 82, Argentina
26, Perú 13, Costa Rica 12, Cuba 9 y Venezuela 1, según la OMPI.
Cuando le pregunté a Fink por qué los países latinoamericanos presentan
tan pocas solicitudes de patentes, me dijo que su desafío "es crear un
ecosistema donde pueda florecer la innovación".
Y agregó: "Eso implica tener un buen sistema educativo, incentivos Fiscales
para estimular la investigación y desarrollo de nuevos productos, mecanismos
financieros para respaldar el capital de riesgo y políticas que favorezcan la
movilidad de personas altamente calificadas, para traer talentos de otros
lugares".
¿Hay una relación directa entre la inversión de los países en
investigación, y la cantidad de patentes que producen?, le pregunté a Fink.
Su respuesta fue afirmativa. "China gasta el 1,7% de su PIB en
investigación y desarrollo, mientras que casi todos los países latinoamericanos
gastan menos del 1%", explicó.
Sobre si Latinoamérica no
debería gastar más en escuelas, hospitales y comida para los pobres en lugar de
estimular la innovación tecnológica, Fink dijo que esos argumentos pueden ser
válidos para los países más pobres del mundo, pero no para países
latinoamericanos de ingreso medio.
"China es un país de ingreso medio, pero ha invertido más en
investigación y desarrollo que cualquier otro país de ingreso medio", dijo
Fink. "En la medida en que el progreso tecnológico sea uno de los grandes
impulsores del crecimiento económico, lo que deberían hacer los países
latinoamericanos de ingreso medio es invertir más en investigación y
desarrollo".
Mi opinión: coincido con Fink. Y agregaría que ahora que parece haberse
acabado el boom de los precios de las materias primas, existe una urgencia aún
mayor para que los exportadores latinoamericanos de materias primas se integren
a la carrera mundial por la innovación productiva.
Por más que están muy atrás, como muestran los nuevos datos de la OMPI,
pueden hacerlo: hace solo 50 años, Corea del Sur y otros países asiáticos que
hoy sobresalen en innovación eran tanto o más pobres que los latinoamericanos.
Pero mientras los países asiáticos invirtieron en educación de calidad,
investigación y desarrollo, gran parte de Latinoamérica despilfarró su dinero
en subsidios sociales provisorios que crearon una falsa sensación de progreso,
sin un crecimiento a largo plazo.
Los nuevos datos de la OMPI ayudan a explicar por qué los países asiáticos
han crecido tanto y reducido la pobreza tanto más rápidamente que los
latinoamericanos. Habría que seguir su ejemplo, y apostarle a la educación de
calidad, la ciencia y la tecnología.