viernes, 25 de diciembre de 2009

Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad...

Noche de paz, noche de amor...

25 de Diciembre, Navidad, ya nació Jesús, para muchos millones de seres humanos el hijo de Dios, para otros un profeta, para nosotros, que no sabemos cual es su origen, un hombre excepcional que nos dejó un mensaje imperecedero de esperanza y amor.

De la vida de este gran ser se sabe poco, y solo de algunos pasajes de su vida, pero sus enseñanzas llenas de amor a Dios, de afecto por el resto de los humanos, de esperanza en una vida extraterrenal y de bondad para las personas sigue estando plenamente vigente.

Vivió 33 años prodigiosos en los que dejó al mundo enseñanzas valiosísimas en forma de parábolas, la traición y el temor de los romanos le llevaron a una brutal muerte con el salvaje método de la crucifixión, ciertamente después de haberlo torturado y vejado.

Cuando se encontraba sufriendo con unas dolores intolerable, que simplemente hiere los sentimientos, clavado a los maderos de la cruz, refiriéndose a los soldados que se reían de el, se sorteaban sus escasas pertenencias, clamó al Padre por perdón para ellos.

Sin duda alguna, la fecha nos trae a la mente uno de los momentos más gloriosos de la humanidad, el nacimiento del niño Dios o el natalicio del que sería uno de los hombres más importantes en nuestra historia de más de 20 siglos, que terminó siendo asesinado por los egoísmos mundanos.

Para la fecha no creemos que sea necesario recurrir a la teología ni a grandes discusiones filosóficas, nadie racionalmente puede decir que Jesús de Nazaret le haya provocado daño a nadie o que sus ideas no fueron las necesarias para una sana convivencia humana.

Nos hemos llenado de conocimientos sobre hombres importantes, considerados grandes filósofos, cuyas ideas en poco han colaborado con la paz de mundo, sin embargo dejamos y/o pasamos por alto el maravilloso mensaje de amor que nos dejó en Galilea.

Tan olvidado tenemos el mensaje recibido, que por nimiedades, como el orgullo, el egoísmo o los afanes de poder, somos testigos como la zona en que este personaje nació, vivió y fue muerto, dos pueblos hermanos, los Judíos y los Palestinos, se destrozan mutuamente.

Tan hondo nos han calado el consumismo, el amor a las riquezas o la ostentación, que hemos desechado el encargo de preocuparnos de los más desamparados, haciéndonos los que no vemos la miseria, o despreocupándonos desaprensivamente de los privados de libertad.

El egocentrismo nos ha atacado con tal virulencia que nos hemos ensimismado en nuestros propios problemas, los que vemos como únicos e inmensos, sin detenernos un solo segundo a pensar en aquellos a pensar en aquellos que tienen inconvenientes inconmensurablemente mayores.

Los placeres sensoriales, con los que somos bombardeados permanentemente por los medios de comunicación, es cierto que nos satisfacen en el momento, pero nadie podrá negar que posteriormente solo queda como residuo una sensación atroz de vacio.

Es tiempo de cambiar, de eso no hay duda, pero para que la modificación de conductual y sentimental tenga efectos, tenemos que comenzar por cambiar nuestra forma de vida, para enseñar con el ejemplo que podemos llegar a ser mejores de lo que somos.

No dejemos para mañana lo que podemos iniciar hoy, no solo no es más tonto el que vive correctamente, es mucho más inteligente porque, en un entorno mejorado espiritualmente es mucho más fácil tener una vida más completa, plena.


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