jueves, 19 de noviembre de 2015

EL PRECIO DE LA DC, por Luis Larraín.

Desde hace mucho tiempo la democracia cristiana está a la deriva ideológicamente
y claramente ha “enajenado” sus valores a cambio de poder....






EL PRECIO DE LA DC,
por Luis Larraín.









La Democracia Cristiana está enfrascada en una polémica interna que también alcanza a otros partidos integrantes de la Nueva Mayoría, particularmente el Partido Socialista. En esta disputa, hay cuestiones que están en la superficie, mientras otras permanecen soterradas.




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En lo aparente, se trata de una cuestión de fondo relacionada con dos visiones al interior de la DC. Una, representada por Ignacio Walker y Gutemberg Martínez, coquetea, aunque no se casa, con el concepto del camino propio; en cuanto señala que la Nueva Mayoría no es una alianza política sino una mera coalición electoral que les obliga sólo durante el período Presidencial de Michelle Bachelet. Tras esta posición está la convicción de que la DC tiene un ideario que es distinto al proyecto socialista de Bachelet, en temas tan importantes como la Educación o la legislación laboral. Hay en ello algo de nostalgia de los tiempos en que la DC era el partido más importante del país y tenía liderazgos tan fuertes  como el de Eduardo Frei Montalva. Para ser claros, no es que esta sensibilidad deseche una alianza con la izquierda socialista, sólo que en ella, de concretarse, la DC tendría mucho más que decir en materias programáticas que hoy día.




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La otra visión, defendida por el Senador Jorge Pizarro, no ve a la DC en un domicilio político que no sea la Nueva Mayoría. Más allá de las debilidades actuales de su líder, afectado por casos de financiamiento de la política, esta postura ha sido en el pasado reciente mayoritaria en la DC, tanto que en las últimas elecciones internas del partido ganó la Presidencia que ejerce justamente Jorge Pizarro. Para esta tendencia, las diferencias con el socialismo se han difuminado, o al menos no alcanzan la relevancia suficiente como para poner en peligro sus alianzas electorales.




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Planteadas las posiciones, vale la pena ahora referirse a cómo ellas juegan con los próximos procesos electorales. Está comenzando una negociación tendiente a configurar listas para las próximas elecciones Municipales, tanto a nivel de Alcaldes como de Concejales. Ya en ese proceso, han surgido voces desde la izquierda –PS, PPD y Partido Comunista- que pretenden exigir a la Democracia Cristiana la convergencia hacia una candidatura Presidencial única como paso previo a las definiciones electorales de la elección Municipal. Esta exigencia, como se advertirá fácilmente, no es compatible con el camino propio, pues aceptarla anticipadamente descartaría que la DC pueda seguirlo. Tampoco conversa bien, hay que decirlo, con las aspiraciones Presidenciales del Senador Ignacio Walker. Este último ha señalado que por la misma puerta que entre Marco Enríquez-Ominami a una primaria de la Nueva Mayoría, sale de ésta la Democracia Cristiana.




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Para Jorge Pizarro, en cambio, la candidatura Presidencial única no parece representar una dificultad mayor y así lo ha hecho saber públicamente.




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Empiezan a develarse entonces, bajo el velo de distintas visiones acerca del posicionamiento de la Democracia Cristiana en la política chilena, estrategias personales distintas entre los líderes de la DC. Ellas develan diferencias políticas, en cuanto representan visiones distintas de sociedad en relación a la preeminencia del Estado o el sector privado. También representan diferencias estratégicas, porque: ¿no está acaso la DC abandonando el centro político, dejando el camino libre a Andrés Velasco u otros candidatos a ocupar ese espacio en la política chilena al no diferenciarse de la izquierda de la Nueva Mayoría?




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Y pueden representar también, objetivos distintos de la política. Porque si las distintas visiones de sociedad sitúan esta disputa en el terreno de las convicciones, la mera consideración de factores electorales la enmarca principalmente en el ámbito de las conveniencias.




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La historia reciente de la DC ha sido una de claudicaciones a su ideario socialcristiano. Pareciera que en definitiva, el precio de la Democracia Cristiana siempre puede medirse en términos de cupos Parlamentarios, de Concejales o Alcaldes; o bien en posiciones de jefes de servicio e integrantes de un Gabinete en el Poder Ejecutivo.




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Si es que estamos en lo cierto, más temprano que tarde, habrá un acuerdo electoral para las próximas elecciones Municipales entre la DC y sus socios de la Nueva Mayoría.


martes, 4 de agosto de 2015

Rápida mirada al "cónclave" oficialista...



Cónclave: un golpe emotivo,

por Mauricio Morales (*).







Las expectativas generadas por el cónclave encabezado por la Presidente Bachelet tienen más que ver con un golpe emotivo que con un nuevo trazado de ruta. Tal como en el camarín los jugadores se gritan y se alientan antes de salir a la cancha, el cónclave tuvo como objetivo unir a la Nueva Mayoría tras un proyecto común. Por ese lado, el cónclave cumplió con su tarea básica: solidarizar en períodos de crisis.




Esta instancia se desarrolló en un ambiente poco alentador para el gobierno. Esto no sólo por el aumento de la desaprobación registrado en la encuesta Adimark, sino que también por el incremento de la polarización. Prácticamente tenemos una reedición de los tercios: partidarios del Gobierno, partidarios de la oposición e indiferentes. Por otro lado, cayeron atributos muy importantes para un Presidente, como la credibilidad y el respeto. Para cerrar, se produjo un deterioro significativo en el desempeño del Gobierno en áreas sensibles como empleo y economía. En consecuencia, se ha producido la peor combinación de todas: Presidente impopular, Gobierno que no une sino que polariza, mala evaluación de la gestión económica.




Todo lo anterior hace pensar que el cónclave funcionó más como un grupo de autoayuda que como un giro en la estrategia del Gobierno. Lo positivo, eso sí, es que -como grupo de autoayuda- contribuyó a fidelizar a moderados y extremistas. El problema es que eso es pan para hoy y hambre para mañana. Las reformas siguen siendo mal evaluadas por los ciudadanos, tanto así que, en promedio, cerca del 20% cree que al finalizar el Gobierno habrán mejorado las condiciones laborales de los trabajadores, la educación, igualdad, inversión y crecimiento.




 ¿Qué hacer después del cónclave?




Como he señalado en columnas anteriores, los errores de diagnóstico elaborados por la intelectualidad de izquierda son imperdonables. Cuando todo el mundo hablaba de una crisis generalizada del modelo, fuimos pocos los que sostuvimos una hipótesis alternativa, afirmando -con base empírica, por cierto- que el país venía creciendo a niveles razonables y que los chilenos demandaban mayor igualdad y fin a los abusos. En ningún caso esto podía interpretarse desde una óptica refundacional. La izquierda, en tanto, se inclinó por esta alternativa, generando un programa desmesurado y expectativas casi imposibles de satisfacer. Los resultados están a la vista. El precio lo estamos pagando todos los chilenos.




Reafirmo mi tesis de que la Presidente debe seguir el sentido común. En la crisis de 2008 su mensaje fue muy claro: guardé en período de vacas gordas para repartir en períodos de vacas flacas. A eso se le sumó una importante reforma previsional. Hoy, nada de eso existe. La Presidente no tiene en qué respaldarse para justificar sus dos primeros años de mandato. Lo que debiese hacer -contra todo el credo intelectual- es volver a sus orígenes. En lugar de la exaltación, debe primar la mesura; en lugar de la polarización, debe primar el acuerdo; en lugar de la refundación, debe anteponerse el interés nacional. Cuando a la gente se le pregunta por cómo mejorar el país pensando en que el Chile fuese su casa, el 75% dice que lo ideal es repararla donde corresponda, ampliarla o hacerla crecer. Sólo un 25% quiere derribarla y partir desde cero. Esto es lo que debe entender la Presidente.




(*) Mauricio Morales es el Director del Observatorio Político Electoral UDP.




lunes, 27 de julio de 2015

Cuatro mentiras y una autorítica, por Tomas Bradanovic.



 


Cuatro mentiras y una autorítica,
por Tomas Bradanovic.



Las cuatro mentiras

Nada ha dañado tanto la imagen de la presidenta como la falta de credibilidad. Aunque siempre ha existido la vaga sensación que los presidentes mienten -igual que todos los políticos- y eso era más o menos aceptable, en algún momento esta sensación vaga y general se convirtió en un convencimiento, en algo cierto, inaceptable e indignante.

El caso de la presidenta es especial porque llegó al poder con una alta credibilidad, o tal vez con una alta aceptación que incluía sus posibles defectos. Esta aceptación es lo que desapareció de la noche a la mañana. ¿Por qué? La causa principal del rechazo no es, yo creo, el hecho de mentir sino de hacerlo en la cara, con descaro, lo que ha convertido a las mentiras en un insulto. Solo miren esto:

Uno: las mentiras partieron por una cosa pequeña -casi anecdótica- cuando encontraron que durante la campaña, el actual canciller Heraldo Muñoz, junto con dos poderosos chilenos residentes en USA, habían organizado una fiesta en un yate de lujo en Nueva York para reunir fondos de campaña. La cosa suponía ilegalidades menores y la reacción partió por una negación total, seguida de una cadena de descubrimiento de mentiras y versiones contrapuestas. Este es un patrón que se ha repetido varias veces desde entonces.

Dos: el negocio inmobiliario del hijo de la presidenta, que no hubiese sido nada especial de no ser por el discurso exesivamente moralista de ella misma y los suyos contra la especulación. Cuando explotó el asunto la presidenta estaba de vacaciones y prácticamente desapareció durante semanas. Cuando finalmente se vio obligada a aparecer afirmó que no sabía nada de nada, "me enteré por la prensa" fue su frase que hizo historia y seguramente la acompañará por el resto de su vida.


Tres: resulta que a alguien se le ocurrió -tal vez para arreglar las cosas- perseguir al la UDI, principal partido opositor por el financiamiento ilegal de sus campañas con aportes de la empresa Penta. Al poco tiempo se descubrió que la campaña de la propia presidenta había sido financiada ilegalmente usando los mismos procedimientos por los que pusieron el grito en el cielo, pero en montos mucho mayores y con empresas mucho más importantes. Nuevamente el mismo patrón: negación total, contradicciones, descubrimiento de mentiras, cambio de versión y finalmente silencio.


Cuatro: finalmente está tomando fuerza una acusación acerca de que la presidenta no sería realmente médico y que el título que autoridades de la Universidad de Chile afirman haberle otorgado no existe o fue emitido de manera viciada. En su historia oficial no coinciden las fechas y nadie ha visto el famoso diploma de título, ya se confirmó que no tiene la especialidad de pediatría, algo que ella se había atribuido personalmente. Hoy el ministerio público está investigando una denuncia contra la presidenta por presunto ejercicio ilegal de la profesión.


Lo peor es que esa denuncia sería sencillísima de desestimar, bastaría que la presidenta presente su título y se confirmen con las fechas y los registros de ramos cursados en la Universidad de Chile. Pero eso tan simple no ha ocurrido, lo que da buenas razones para suponer que todo el asunto fue una falsificación, al menos mientras no se aclaren los muchos puntos oscuros que rodean al asunto.


El país del tabú

Vivimos entonces en una situación única -que yo recuerde- donde hay preguntas tabú que nadie puede hacerle publicamente a la presidenta, no porque se vaya a incomodar sino porque casi todos estamos convencidos que son mentiras y sería un desastre institucional que se descubrieran. Son esas cosas de las que es mejor no hablar.


La autocrítica

En la ideología marxista, existe el principio que es indispensable un proceso de autocrítica permanente para avanzar en las acciones políticas. Todos los partidos de inspiración marxista, desde socialistas hasta la extrema izquierda practican en mayor o menor medida la autocrítica como parte de su práctica normal para los análisis y la acción política.


Dos formas.

Lo interesante es que esta autocrítica puede tomar dos formas. La primera es lo que podríamos llamar "autocrítica sincera" consistente en diagnosticar los errores que han llevado al fracaso y corregir sus causas. La segunda forma es la "racionalización" que consiste en justificar los errores diciendo que el único camino factible dadas las circunstancias, por lo que no serían realmente errores sino la reacción realista a las condiciones objetivas, otra racionalización común es echarle la culpa a algún tercero malvado.


Ni que decir que la autocrítica sincera es muy rara y se aplica solo en tanto no perjudique las posibilidades de conservar o adquirir más poder. Durante Allende se hacían extensas autocríticas contra los compañeros que "atornillaban al revés" portandose de manera prepotente o deshonesta, esa era una autocrítica que les permitía ganar popularidad pero no tenía mayores efectos prácticos. Desde luego nadie hizo nunca una autocrítica sincera acerca de las muchas equivocaciones políticas y económicas, esas fueron todas racionalizadas.


La doctrina no se toca.

Otro caso en que la autocrítica sincera resulta uinaceptable es cuando golpea a la doctrina, a lo que se considera bases ideológicas o algún diagnóstico basado en eso. Es decir se puede criticar todo menos la doctrina. Mucha gente abandonó el marxismo porque en una autocrítica sincera encontraron que los problemas no eran de origen táctico, sino que estaban dentro de la propia idea marxista. Esto hacía la autocrítica extremadamente peligrosa,Trotsky por ejemplo, la pagó con su vida.


La autocrítica de Mayol, Atria, et al

Volviendo a lo que pasa en Chile, después de la crisis que se ha producido por el convencimiento -y la indignación- de mucha gente que piensan que la presidenta y los suyos han mentido descaradamente, hemos visto como algunos están haciendo su propio proceso de autocrítica para analizar que salió mal y determinar como podría resolverse el entuerto.


Y como era de esperar, esta autocrítica es del segundo tipo: una cadena de racionalizaciones y justificaciones que no tocan el problema real: que efectivamente la presidenta ha mentido mucho, mal y no ha sido capaz de enfrentarse con su cadena de mentiras.


Los poderosos de siempre, para variar

Las racionalizaciones son varias, pero la más fuerte tiene que ver con la idea de "los poderosos de siempre". La idea es más o menos así: resulta que Chile siempre ha sido gobernado por el poder económico, que es el mismo desde la Colonia hasta hoy. La presidenta trató de quitarles poder con audaces reformas, pero no lo hizo con la suficiente fuerza y fracasó.


Es una explicación infantil, llena de errores históricos que sería muy fácil descartar, pero es lo mejor que tienen. Como no pueden hacer una autocrítica honesta, que los alejaría del poder y atacaría la base de sus doctrinas, usan la falsa explicación de los poderosos de siempre, las siete familias y todo ese yaba-daba que es exactamente análogo al cuento que armaron para explicar el fracaso de Allende y la Unidad Popular.


Creo que no hay un ejemplo más claro que ese sobre el uso de las racionalizaciones y explicaciones convenientes disfrazadas de autocrítica..





miércoles, 29 de abril de 2015

Puro humo Presidencial...



Puro humo Presidencial...


Parece que a la Presidente no le basta con que los chilenos estemos asfixiados por el esmog de la contaminación  y el humo que emiten los volcanes, ayer, con la falsía de siempre trató de tender una "cortina de humo” para ocultar la ineptitud que ha caracterizado su mandato, la incapacidad de sus colaboradores y la extrema corrupción que han inoculado al país.


Pareciera, escuchando a la Mandatario, que los problemas de probidad de su hijo, sus abusos de poder y el uso de información privilegiada fueran culpa de la Constitución. La corruptela política y los abusos  y evasión tributaria de algunos empresarios tampoco son una responsabilidad que se pueda cargar a la cuenta de la Carta Fundamental.


Chile no saca nada con seguir llenando el país  de Leyes, ya tenemos más de 20 mil, y una suma similar de decretos Leyes, que no cumplen su cometido porque los Gobernantes las han dejado sin aplicación y/o porque los encargados de fiscalizar su cumplimiento simplemente han abdicado a cumplir las funciones que les encargan la Ley y la Constitución.


Creemos que la Carta Magna vigente, que lleva la firma de Ricardo Lagos, que ciertamente se la robó al Gobierno Militar, satisface los requerimientos nacionales de defensa de los derechos ciudadanos, incluido el derecho a la vida,  organización del Estado  definiendo  claramente la separación  e independencia de los Poderes del Estado.


La Gobernante se dedicó a buscar soluciones para los problemas de los políticos, entre los que nos gustó la limitación de las reelecciones en los cargos de representación popular, pero creemos que dejó como los grandes ausente los sentidos requerimientos populares de seguridad ciudadana, educación de calidad y de trabajos dignos con salarios decentes.


Consideramos que Doña Michelle Bachelet Jeria, es un cadena radial monótona, fome y con una absoluta falta de credibilidad, se farreó la oportunidad de demostrar algo de liderazgo y alguna capacidad de Estadista al sucumbir ante la algarabía bullanguera de una minoría ruidosa y agresiva. Nos pareció solo humo distractivo y de escasa sustancia el discurso Presidencial.


Creemos que el mensaje de la Presidente fue, como lo ha hecho siempre, una mezcla de promesas difusas, de planteamientos improvisados y de consignas politiqueras diseñadas para intentar revertir la escalada a la baja de la Gobernante, pero, en la que no se plantean soluciones verdaderas a los problemas de la sociedad ni proposiciones ciertas a la crisis de la política.


En general no nos asustan los cambios, porque en Chile tenemos muchas cosas que arreglar, pero estimamos que estos deben ser bien hechos, con estudios serios y buscando satisfacer las necesidades nacionales y populares,  que nos eviten reproducir políticas publicas desastrosas, como el Transantiago,  que dejaremos como un lastre para las generaciones venideras.


Estamos ciertos que la verdadera “diarrea Legislativa” y de cambiarlo todo, sin ideas claras y sin objetivos nacionales, es absolutamente dañina para los intereses del pueblo y del país, siendo, a nuestro modo de ver, el resultado de un ideologismo fanatizado, de afanes totalitarios latentes y de una proverbial improvisación.


(Esta nota corresponde a los pensamientos de nuestro Director, Mario Montes)

jueves, 26 de marzo de 2015

¿ ERA PREVISIBLE LA CATÁSTROFE NORTINA? CREEMOS QUE SI Y QUE LO SUCEDIDO ES EL RESULTADO DE LA INCAPACIDAD E INEPCIA DE NUESTROS GOBERNANTES.



¿ ERA PREVISIBLE LA CATÁSTROFE NORTINA? CREEMOS QUE SI Y QUE LO SUCEDIDO ES EL RESULTADO DE LA INCAPACIDAD E INEPCIA DE NUESTROS GOBERNANTES.


Creemos que lo sucedido en el sur con el manejo de los inmensos incendios forestales y con la catástrofe que ha afectado a las Regiones de Coquimbo,Tarapacá y Antofagasta es una muestra clara de la incapacidad de quienes nos están Gobernando, que prefieren culpar a otros de la inepcia impactante que están demostrando.




Consideramos que hay una responsabilidad inmensa de la Onemi, pero, estamos ciertos que la comparten con las Autoridades de Interior y una evidente supeditación a la Presidencia de la República, que es la que nombra a los cargos directivos de la Oficina de emergencias, que claramente no ha estado a la altura,




En el caso de los incendios forestales, que han arrasado con miles de hectáreas de bosque nativo, no hicieron caso de un ofrecimiento de retardantes, ofrecidos baratos y se encontraban en plaza, y en el caso de los anegamientos en el norte claramente hicieron caso omiso de las alertas oportunas emanadas de meteorología.




Las escusas absurdas, el de los materiales para impedir el avance del fuego, que dijeron no habían en el país, o la explicación ridícula de que se les anunció precipitaciones leves, en circunstancias de que se estimó que caerían cantidades superiores a las precipitaciones anuales, sencillamente no resisten análisis alguno.




Se nos ha querido convencer que esta catástrofe era imprevisible, lo que es evidentemente falso, pues situaciones similares han sucedido en las zonas más afectadas hace unos 20 años y a mediados del siglo pasado, lo que demuestra a las claras que una situación de estas características era perfectamente esperable.




Nos parece que esto no es mera casualidad, ya el 27 de febrero de 2010, habíamos constatado la falta de reacción de aquellos que hoy son nuevamente autoridades y la absoluta carencia de capacidades para manejar crisis de gran proporción, con el agravante de que se podría haber pensado que algo habían aprendido con el 27 F.




Sin duda alguna nos parece inaceptable que ni las autoridades nacionales ni las locales, especialmente aquellos que son nombrados por el poder central, no hayan constatado los peligros que venían ni hayan tomado las medidas de precaución ante lo que tenía que se una catástrofe por la sequía permanente de la zona.




Después de ver todo lo que ha sucedido en este Gobierno, especialmente con el manejo de emergencias, no podemos dejar de meditar en la desgracia de nuestro pueblo que ha elegido autoridades y solo ha comprobado que hemos hecho acceder al Gobierno a una pandilla de ineptos, improvisadores e incapaces.




Hasta el momento en que escribimos esta nota habían sido confirmados 7 fallecimientos, una veintena de desaparecidos, miles de albergados y daños materiales públicos y privados de una enorme cuantía. Creemos que las autoridades están la debe y que los chilenos merecemos explicaciones racionales y creíbles.

martes, 20 de enero de 2015

De la autocrítica al voluntarismo.

Clarisa Hardy Presidente de Fundación Dialoga.





De la autocrítica al voluntarismo.



La reflexión que sobre el primer año de Gobierno, y lo que se viene para el año 2015, hace la Fundación Dialoga -corporación fundada el 2010 por Michelle Bachelet al finalizar su primer mandato Gubernamental- resulta interesante y esclarecedora. El documento "El año que dejamos y los retos de 2015" fue escrito por Clarisa Hardy, colaboradora cercana de la Presidente Bachelet y Presidente de esta entidad, que pretende representar el legado político de la Gobernante. Por esta razón es posible asumir que sus dichos tienen alguna sintonía con el pensamiento de la mandataria.


Su mirada comienza por establecer el error en el que incurrieron quienes pensaron que el programa de Gobierno era un documento cuya aplicación práctica iba a estar sometida, como ocurre con frecuencia, a los vaivenes de la política contingente, y, en consecuencia, su contenido no necesariamente iba a ser la línea de conducción que el Ejecutivo seguiría. Sin embargo, lo que ha ocurrido, indica Hardy, es que el programa ha sido considerado como "un compromiso político que obliga moralmente", y, por lo tanto, se trató "no solo de un programa de campaña, sino también de un programa de Gobierno". Más aún, a juicio de Fundación Dialoga, lo que procura ese programa es "desterrar los fundamentos de las desigualdades en todas sus dimensiones", y es posible inferir que eso es lo que también piensa la primera mandataria. Ese designio está a su vez en sintonía con la metáfora de la "retroexcavadora que destruirá los cimientos del modelo neoliberal" del Senador Quintana. De allí que no cause extrañeza la persistencia en avanzar Legislativamente en los diversos frentes que el Gobierno ha impulsado hasta ahora: tributario, educacional, electoral y laboral.


Sin embargo, el mismo documento señala, a modo de crítica, que ni muchos de los partidarios de la Nueva Mayoría, y posiblemente tampoco los opositores de la Alianza, pudieron anticipar que "detrás de los postulados, principios y propuestas generales del programa, no había mayores avances de diseños técnicos, ni políticos". Por eso, a juicio de Hardy, provocó sorpresa "la baja densidad técnica y de lógica política en los diseños de las propuestas que estaban contenidas en el programa", las que estaban acompañadas de "poco rigurosas medidas que deberían darle carne a la implementación de las propuestas", todo lo cual impactó en la aceptación popular de dichas medidas en la población. Llama la atención que el documento pretenda atribuirles a esos elementos el rechazo que muchas de las medidas han provocado en la ciudadanía, pues esta no se dedica a hacer "estudios técnicos" o a examinar la "lógica política" de las propuestas, sino más bien evalúa los resultados prácticos que anticipa dichas medidas tendrán. Si la reforma tributaria generó temor en la población de que la situación económica se resentiría, a pesar que no la afectara directamente en su pago de impuestos, o si los padres advierten que la escuela particular subvencionada que habían escogido para sus hijos va a estar sometida a un régimen asfixiante para desarrollar su labor, sin que la educación pública muestre ningún signo de mejoría, entonces más que el rigor técnico o la lógica política subyacente, es el posible resultado de la aplicación de las medidas lo que motiva su rechazo.


De ahí que los retos que establece la Fundación para 2015 bien pueden calificarse de voluntaristas, al proponer reforzar la educación pública, resolver los déficits en salud, persistir en programas de ayuda a menores y a la tercera edad, entre otros, pues no se advierte cómo sin "densidad técnica" ello ocurrirá, salvo la declaración de intenciones de que "destronar los fundamentos de la desigualdad debe seguir siendo el motor que guíe el hacer del Gobierno, en todos los frentes en que ello ocurre".


(Tomado de Diario El Mercurio de hoy, imagen de archivo)

lunes, 12 de enero de 2015

“PROGRESO, POBREZA E INEQUIDAD EN EL MUNDO”, POR HERNÁN BÜCHI.






“PROGRESO, POBREZA E INEQUIDAD EN EL MUNDO”, POR HERNÁN BÜCHI.


El fenómeno económico y social más relevante de la humanidad es el gran salto de progreso experimentado a partir de la revolución industrial de Inglaterra. En poco más de dos siglos se progresó a una velocidad muy superior a la de los milenios que precedieron. El bienestar se multiplicó por 30 e incluso 100 veces si consideramos el cambio en la calidad y naturaleza de productos y servicios. Este progreso no es sólo de números; la expectativa de vida se duplicó y la mortalidad infantil pasó a ser insignificante en términos históricos para los países que se subieron al tren del progreso.


Dada la contundente evidencia que deja esta virtuosa trayectoria sería esperable que los estudios y el eje de la discusión pública sobre el tema estuvieran centrados en entender este proceso y en cuidarlo y mantenerlo. Pero lamentablemente abunda lo contrario: estudios que plantean sus defectos, pronostican su colapso y proponen reformas en base a modelos utópicos. Marx es el caso más notable pero no es el único, aunque sí quien más daño hizo en pérdidas humanas por el fanatismo de sus seguidores.


Hoy está de moda el libro del economista Thomas Piketty sobre el capitalismo y la perversidad que a su juicio es inherente al sistema: una inequidad creciente y que, pronostica, se hará exponencial a futuro. Su argumento teórico es tan errado como los del pasado y su solución es una variante de más impuestos y más estado elevado a categoría mundial. Lo que lo distingue de intentos anteriores es un gran bagaje de números y estadísticas a lo largo de sus muchas páginas y así se entiende que la mayoría de los lectores – como queda registrado en la edición electrónica – no avance más allá de la página 26. Pero quienes creen en su tesis son inspirados por una sensación de certeza científica y sienten con ello un respaldo moral.


No es el único que usa números, sólo que se publicitan más los estudios que presentan evidencia contraria al capitalismo, pero dado el innegable progreso que ha traído a la humanidad, el peso de la prueba debiera estar en quienes quieren cambiar lo que ha sacado a billones de la miseria y no al revés. Sin embargo no es así y cuando un estudio muestra que los pobres han bajado notablemente en términos relativos a nivel mundial, pero como la población ha crecido, su número absoluto no decrece, la noticia es que la pobreza no disminuye, que el capitalismo no ayuda a los pobres, que la inequidad aumenta y la globalización es un fracaso. Pero cuando un ensayo muestra lo casi obvio, que el capitalismo y la globalización reducen la pobreza, no afecta mayormente la equidad, y si ello llegara a suceder, sus efectos negativos son más que compensados por el avance de todos, no se transforma en noticia y son muy pocos los que se dan la molestia de estudiarlo.


El economista Xavier Sala-i-Martin que nos acaba de visitar es uno de los que han escrito numerosos ensayos también abundantes estadísticas. Respecto a la evolución de la pobreza nos provee con números contundentes. El año 1970 se estimaba la población mundial en 3.600 millones, en 1990 en 5.200 y el año 2006, que usa como final de uno de sus análisis, en 6.500. El Banco Mundial a mediados de los ´80 definió como nivel de pobreza US$ 1 al día. Pero como es un número arbitrario y existe polémica en su reajuste genera series para 1, 2, 3, 5 y 10 dólares al día, que en valores del 2000 son 554, 1.108, 1.662, 2.770 y 5.540 dólares per capita al año. La pobreza porcentual disminuye desde el año 1970 hasta el 2006 de un 80% a 22% dependiendo de la meta usada y el número absoluto en una población que crece 80% también cae con las cuatro primeras barreras, significando menos de 600 millones de pobres en el mundo.


Hace también el esfuerzo notable de construir coeficientes de desigualdad como el Gini para el mundo y para los grandes países y áreas durante el período. El Gini mundial mejora en 10% entre el ´70 y el 2006 y un 6% entre el ´90 y el 2006. Los demás indicadores de desigualdad también mejoran. Lo que a primera vista parece una paradoja – mejoría mundial cuando a nivel de un país gigante como China la población se diferencia – no lo es. China era homogéneamente pobre y muy numerosa. Hoy tiene una clase media muy importante que ha creado diferencias internas, pero a nivel mundial representa millones de menos pobres y de más clase media, lo que provoca una caída en la desigualdad global.


Estudia también qué ha pasado con las medidas de bienestar general que tratan de combinar los efectos del progreso con la desigualdad. No es sorpresa que mejoran mucho en el período analizado – del orden del 140% a partir del año ´70 y 50% a partir del 2000.


El fenómeno del progreso es complejo pero real.  Debemos evitar seguir políticas que pueden afectar su dinámica, más aún en base a cifras opinables y para las que existen alternativas serias y creíbles. Pero peor aún es insistir en base a ellas con propuestas probadamente fracasadas.  Ello es inexcusable.


Chile se ha deslizado por ese camino. Por ejemplo en educación la discusión se centra en conceptos Estatizantes y de restricciones a la libertad de elegir y enseñar, en lugar de usar creativamente la diversidad, nuestro verdadero activo, y aprovechar el avance vertiginoso de las tecnologías. Es necesario cambiar el enfoque en ésta y otras materias y esperamos que los líderes de opinión ayuden al país a reaccionar a tiempo.

lunes, 5 de enero de 2015

Circo de tres pistas, por Fernando Villegas.






Circo de tres pistas,
por Fernando Villegas.


Si la ya casi perpetua querella que nos enfrenta a Bolivia fuera de menor cuantía, quién sabe, tal vez podríamos sentirnos autorizados para tomar noticia de sus avatares como cosa de farsa o comedia montada para beneficio del respetable público de ambas naciones. Facilitaría el verlo así -sin temer ser acusados de frívolos- recordar que muchísimos de los asuntos más serios encarados por la humanidad han compartido el mismo estilo hilarante que explotaba el cine mudo a base de las torpezas colosales del Gordo y el Flaco. Cualquier estudioso de la historia conocedor de suficientes casos de conflictos, incluyendo las más desastrosas guerras y revoluciones, se ha ya percatado de eso, pero en verdad no se necesita tanta lectura para darse cuenta de cuán torpes manos suelen manejar los más graves asuntos. Asombra averiguar, por ejemplo, que la Primera Guerra Mundial fue precedida por una crisis político-diplomática de casi un mes de duración en el curso de la cual dos tercios de las autoridades de los países involucrados insistieron en mantenerse de vacaciones en sus villas campestres o de crucero en sus yates, mientras el tercio restante iba con paso de polca a darse una vuelta de un par de horas por sus oficinas -era  verano- con muy poca o ninguna idea de qué se tramaba o decidía en otras oficinas; para agregar desidia a la negligencia, los más urgentes despachos de las Cancillerías eran entregados con días de retraso por calmosos ciclistas y carteros de a pie. No hay, por donde se mire, equivalencia entre la tragedia que costó 20 millones de muertos -amén del fin de una civilización- y el aire de vodevil del período diplomático previo.


La misma falta de seriedad se observa en otras épocas; la guerra Franco-Prusiana, que significó el fin del reinado de Napoleón III, la terminó de empujar, en las puertas misma del Parlamento donde el tema se debatía, una turba parisina vociferando: “¡A Berlín!”; se sabe también que la Toma de la Bastilla la incitó un conocido gacetillero -“agitador” se diría después y “activista” se dice ahora- gritando encaramado en una silla sacada de un café. Y así sucesivamente.


En el caso de nuestro problema con Bolivia no ha habido últimamente y seguramente no habrá enfrentamientos bélicos que lamentar, pero sí tensiones dañinas que por cierto nunca se sabe cómo terminan. Es, entonces, cuestión de la mayor importancia, pero se ha tratado y se sigue tratando del modo que los siúticos llaman “en clave de comedia”. Es, si se suman las anécdotas, un circo de tres pistas con payasos y acróbatas de todas las variedades para diversión de grandes y chicos.


Evo.


Una de las pistas la ocupa Evo Morales y la troupe que lo acompaña en su interminable gira indigenista por el entero circuito del globo. Vestido con una elegante versión siglo XXI de lo que presuntamente usaban los pueblos originarios de la época del Imperio Inca, Evo Morales ha convertido la vieja demanda boliviana de una salida soberana al Pacífico, puerto incluido, en un espectáculo itinerante en exceso lagrimoso y al borde del ridículo. Se pregunta uno, cuando se entera de sus desembarcos en lejanas tierras acompañado por su corte de plañideras,  cómo podrían interesarles a los políticos y ciudadanos de Eslovenia o Zambia los calamitosos quejidos del mandatario altiplánico. En Latinoamérica ha tenido más éxito con su número, o más bien le han tributado muestras de simpatía y en algunos casos hasta declaraciones favorables, las cuales no cuestan nada a sus perpetradores, pero que sólo le aportan a Bolivia esa manoseada e inútil mercancía que los progresistas de este mundo, infalibles en su uso de vocablos sonoros, llaman “solidaridad”.


Cancillería nacional.


Lamentablemente la segunda pista la ocupa nuestra Cancillería. Desde tiempos inmemoriales ha sido inexorablemente rigurosa en el arte de meter las patas, adentrarse por caminos sin salida y/o lisa y llanamente poner al país en manos de los buenos o malos oficios de terceros. Si se suman los kilómetros cuadrados perdidos por Chile en el curso de negociaciones parcial o totalmente calamitosas, tendríamos espacio suficiente para inaugurar dos o tres Regiones adicionales. Las pérdidas sufridas sólo en parte responden al hecho geopolítico de estar rodeados de tres vecinos con codicias territoriales y a menudo mejor armados y decididos; la torpeza disfrazada de enjundia jurídica y/o pacifista ha sido también protagónica, para no decir nada de cierta timidez lindante con la cobardía.


Un caso clásico, digno de estudio anatómico en todas las Cancillerías del mundo, fue la pérdida total e irreparable de Laguna del Desierto. A este cronista le tocó intimar un poco con los protagonistas de la época y puede responsablemente afirmar que en ciertos maletines Ministeriales había más presencia de sánguches de palta que de documentos contundentes. Es más, las fronteras se discutían trazando líneas con lápiz BIC en un mapa escolar pegado con chinches en una pared.


En otras ocasiones nos hemos entrampado -Dios no quiera que vuelva a suceder- en melindres y quisquillosidades jurídicas como si las pendencias entre países fueran equivalentes a un juicio por herencia entre los herederos del finado. Es así como tarde o temprano terminamos en cortes internacionales repletas de señoras y caballeros de buenos sentimientos que alimentan sus egos jurídicos y humanitarios con fallos a costa nuestra.


¿Cómo se explica tanta inoperancia y tantos fracasos? En parte, por nuestra difícil posición geográfica, latente y eternamente víctima posible y a veces hasta probable -casi pasó en 1879, en 1974, etc.- de un múltiple cuadrillazo. Desde siempre ha habido ojos ávidos de nuestro balcón al Pacífico y siguen habiéndolos hoy día. El tema está inevitablemente presente, aunque es tácito, suerte de pecado mortal inconfeso. En parte, además, asociado a lo anterior, se debe a políticas de defensa miopes y crédulas -excepto durante el camarín Lagos- de la eficacia del llamado orden mundial, de los tratados y del apoyo externo. Durante décadas se mantuvo la ficción de la amistad y cuasi alianza con Brasil, cuya única intervención eficaz y poco feliz en asuntos tocantes a Chile fue facilitar el Golpe Militar del 73.


    No tenemos amigos ni hermanos ni aliados, sino a lo más clientes y proveedores, pero esa simple realidad de las relaciones entre Estados, la cual ya conocían historiadores de hace 2.500 años atrás, es todavía aquí materia misteriosa y/o, como se la acusa, resultado de una reaccionaria “mirada decimonónica”. Bien podrían, dichos analistas, motejar las leyes de la gravitación universal de “mirada del siglo XVII”.


ME-O y Cía.


En fin, en la tercera pista tenemos a Marco Enríquez-Ominami y la glamorosa tropa que, ya sea en su compañía o por su propia cuenta, han tragado  el anzuelo y cebo de la solidaridad entre los pueblos, la cooperación para un desarrollo conjunto, la justicia entendida como reparar daños producidos hace 100 años o más, el lenguaje o historia que nos une (¿?), etc.


    En su visión, la geopolítica no es una ciencia sino una “mirada”; hay entonces miradas obsoletas y miradas “modernas”, miradas fachas y miradas buena onda. La de ellos es buena onda. ME-O la reboza a borbotones.


En una suerte de preestreno de lo que podría ser su Presidencia en algún futuro no muy lejano, lo vimos no hace mucho sentado en amplio sillón de alto respaldo, echado para atrás y de piernas cruzadas, en todo muy cómodo, encarando a Evo para tal vez discutir entre compadres detalles de las entregas que se le harían a Bolivia en pro del amor eterno entre los pueblos. La entera escena tenía algo de surrealismo y también de cómico: por un lado un Presidente disfrazado de indígena, por otro un joven galán carente de cargo público, pero en postura Presidencial. La impresión fue estar asistiendo a una obra de teatro de Ionesco o algún otro fulano especialista en dramaturgia del absurdo.


Tomado de Diario La Tercera

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