Debilidad e
incertidumbre,
por Gonzalo Müller.
El año termina con el Gobierno en altísimos
niveles de reprobación. Esta mala evaluación está asociada al malestar
ciudadano que han generado en la forma y en el fondo las reformas del Gobierno,
especialmente la educacional, y la decepción frente a las altas expectativas
que las mismas personas tenían sobre la Presidente Bachelet, donde un 63% dice
que no se ha cumplido. Es una mala noticia para todos que esta combinación de
un Gobierno débil y un alto nivel de incertidumbre en la sociedad se instale
por un periodo tan largo de tiempo. Por lo mismo, llama la atención que la
Presidente Bachelet siga esperando tanto tiempo en dar una señal de cambio de
rumbo en relación a las fuentes de esta incertidumbre, a saber, un Gabinete
desgastado y reformas que no convencen a quienes se supone debieran beneficiar.
En nuestra economía se sigue esperando un punto
de inflexión que no llega, y el deterioro de los indicadores económicos ha dado
paso a una profunda desconfianza de los distintos actores en la capacidad del Ministro
Arenas. No sólo su rol en la tramitación de la reforma tributaria es
cuestionado, sino su incapacidad de dar señales de reactivación que cambien el
clima de pesimismo con el que operan consumidores y productores. Es difícil que
este mal momento económico sea revertido por la misma persona a quien se le
atribuye responsabilidad en su origen.
En materia de seguridad ciudadana, otra de las fuentes
permanentes de incertidumbre e inseguridad y una de las áreas peor evaluadas de
la gestión del actual Gobierno, el Ministro Peñailillo aparece indeciso.
Todavía no sabemos si va a asumir personalmente el tema de seguridad o si lo va
a delegar en el Subsecretario correspondiente. Ambos modelos pueden ser
válidos, pero la indefinición de roles ha provocado confusión, y una sensación
de permanente improvisación en una de las materias peor evaluadas de manera
consistente en los últimos años.
Son demasiadas las señales de que el actual Gabinete
no logra transmitir confianza en lo que hace o propone y la debilidad en su
gestión se ha visto sin duda magnificada por un clima general de incertidumbre
que, más allá de las responsabilidades individuales, debe ser enfrentado desde
la propia Presidente Bachelet; nada peor para un sociedad que requiere de
cambios importantes que sus autoridades no cuenten con la confianza y el
respaldo necesario para hacer estos cambios, esta legitimidad social debe ser
fortalecida y no debilitada por la gestión del Gobierno. El 2015 no puede dar
continuidad a este escenario de incertidumbre. La sociedad necesita confianza
en sus instituciones como la mejor forma de construir sus proyectos
individuales, familiares y colectivos en un marco de mínima seguridad.