lunes, 5 de mayo de 2014

La Ineptitud de las Élites, por Hermógenes Pérez de Arce.






La Ineptitud de las Élites,
por Hermógenes Pérez de Arce.


          En Chile sufrimos la desgracia de tener una élite políticamente inepta, lo que es fácilmente comprobable al ver cómo es mayoritariamente capturada por consignas de izquierda sin contenido, si bien muy repetidas. Uno casi no puede creer cuando oye a líderes empresariales o dirigentes políticos y parlamentarios de derecha, supuestamente representativos de nuestra élite económica y social, validando lugares comunes que repite la Nueva Mayoría, en particular al aceptar que el Estado se apropie de otros 8.200 millones de dólares porque, dicen, ello va a “mejorar la educación”. Ni siquiera discuten la premisa probadamente falsa de que el Estado –y en particular este Gobierno— es capaz de mejorar la educación.


          Pues está probado que no es un problema de recursos. Justamente “el problema es el Estado” (Reagan). Como que acá se han doblado una y otra vez los aportes estatales para educación desde 1990 y, sin embargo, seguimos ocupando los últimos lugares de la prueba internacional PISA. No bajamos del 36°, entre 44 países, tal como hace 24 años. ¿Y cuál es la receta que el ministro Eyzaguirre ofrece para mejorar esa situación? Ni siquiera “más de lo mismo”, sino “más de lo peor”. Pues objetivamente “lo peor” de nuestra educación es el control estatal, que “la receta Eyzaguirre” promete acentuar, junto con cercenar adicionalmente las libertades de las personas, según él mismo ha declarado al dar a conocer sus tres postulados básicos: 1) Prohibir el lucro; 2) Prohibir el copago; y 3) Prohibir la selección. Prohibir, prohibir, prohibir…


          El primer postulado es simplemente catastrófico, aun dando por sentado que el Estado no puede prohibir por completo que las personas en Chile ejerzan la libertad de enseñanza y ganen dinero al hacerlo, pues ésa es una garantía constitucional. Pero lo que se propone Eyzaguirre es coartar esa libertad “en la medida de lo posible”, es decir, negar todo financiamiento estatal a la enseñanza que tenga fines de lucro. Con esto va a liquidar a gran parte de la educación particular subvencionada, que acoge a alrededor de un millón 800 mil alumnos y que ha venido creciendo gracias a la libertad de elección de los padres de familia, que han ido sacando a sus hijos de la enseñanza estatal debido a que objetivamente es la peor. Entonces ¿cómo va a mejorar Eyzaguirre la enseñanza? Trasladando a más alumnos de la mejor a la peor. ¿Y qué dicen las élites? “Estamos de acuerdo en que el Gobierno gaste más plata en eso”. ¡Qué queda para los que no pertenecen a la élite!


          Y conste que buena parte del daño de esta caza de brujas contra el lucro ya está hecho: se está persiguiendo, incluso penalmente, a las instituciones de enseñanza superior que hayan lucrado. Como ésa era una actividad favorecida por una gran demanda de la ciudadanía, las universidades privadas proliferaron y atrajeron a inversionistas nacionales y foráneos. Hubo una enorme “creación de valor” en esa área de prestación de servicios y se fundaron nuevos planteles espectaculares… hasta que “la calle” (léase “el PC”) criminalizó “el lucro”. Entonces los gobiernos recientes se han dedicado a “destruir valor” en la enseñanza superior. En vista de ello, ahora los inversionistas extranjeros, viendo que se equivocaron, procuran desesperadamente rescatar parte de sus inversiones y tanto ellos como los nacionales intentan escapar de la persecución político-judicial a que están sometidos. La mayor universidad privada, con 42 mil alumnos, enfrenta una situación crítica, agravada por las “tomas” de alumnos de izquierda. En otras palabras, entre el gobierno de Piñera y el actual han liquidado a toda una “industria de servicios” floreciente, que abrió las puertas de la enseñanza superior a más de un millón de jóvenes chilenos que hace treinta y tres años quedaban marginados de ella.


Ahora la perspectiva es que “papá Fisco” deba hacerse cargo de las ruinas humeantes de las universidades perseguidas y parte de los mayores impuestos de la Reforma Tributaria deban ir a cubrir las enormes pérdidas generadas por la persecución contra el lucro en la educación. Y las élites justifican y aplauden. Increíble.


          La segunda meta de Eyzaguirre, la “prohibición del copago”, es tan disparatada como la anterior, pero ahora está dirigida a liquidar la enseñanza básica y media. El “copago” es el financiamiento que las familias que quieren y pueden hacerlo aportan a escuelas particulares gratuitas y subvencionadas por el Estado. En pleno acuerdo con los sostenedores, mejoran instalaciones y cuerpos docentes, obteniendo así mejores resultados pedagógicos. Pero eso irrita el Estado socialista: “los privados no tienen derecho a mejorar lo que hacemos los funcionarios; el copago debe ser prohibido. El Fisco pondrá esa plata, cuando lo estime necesario”. Entonces ya han comenzado a desaparecer establecimientos particulares subvencionados, ya sea porque sus sostenedores no desean depender exclusivamente del Estado, ya sea porque prefieren transformarse, simplemente, en establecimientos particulares pagados, que, entre paréntesis, son lo que obtienen  mejores resultados, superando el promedio de los países de la OECD en  las pruebas PISA. Pero ¡horror!, los comunistas no pueden permitir eso y, dado que en Chile todavía no se ha instaurado la Escuela Nacional Unificada, que forma parte del “legado inconcluso de Allende”, se le negará todo aporte estatal a cualquier establecimiento particular subvencionado que procure mejorar mediante el copago. No importa que todos quedemos peor, lo que importa es que nadie quede mejor, y así seamos iguales. Aplauso de las élites. ¡Qué buen propósito tiene la Reforma Tributaria!


          Y, en fin, dice Eyzaguirre, como un eco de “la calle”, hay que prohibir la selección de alumnos, porque ella “segrega”. Si usted, hombre libre (todavía y sólo relativamente), es exitoso en su actividad, será requerido por muchas personas y no podrá atenderlas a todas. Es decir, seleccionará a su clientela. Pero si usted es pedagogo y tiene éxito, por lo cual tiene más aspirantes a alumnos que los que puede recibir, el Estado Socialista chileno le va a prohibir seleccionar. Por bien que enseñe, usted no puede elegir a los mejores. ¡Adiós, “liceos de excelencia”!  La excelencia no es democrática. La ineptitud sí lo es. ¡Viva la ineptocracia!


          Eyzaguirre ha solido referirse a Michelle Bachelet, cariñosamente, como “mi Gordi”. Eso le costó no ser ministro en el primer gobierno de ella, dicen. Cariño incomprendido. Bueno ¿qué harían él y su Gordi si quedaran a cargo del Barcelona Fútbol Club? No podrían seleccionar jugadores. Pagarles más a unos que a otros generaría “segregación”. ¿Cuántas temporadas demoraría el “Barcelona Igualitario” en descender a segunda división? Yo creo que sólo una. Lo mismo que demorará Chile, con el “plan de Eyzaguirre y su Gordi”, en regresar al tercer mundo gracias a la prohibición del lucro, del copago y de la selección. Y lo harán con el aplauso de las élites, felices de contribuir con más impuestos a desquiciar la educación.

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