Primeros pasos y señales de advertencia.
Apenas recibió Michelle Bachelet la
piocha de O’Higgins comenzó a instalarse la nueva administración, con el
nombramiento de numerosos altos funcionarios de confianza Presidencial y una de
las medidas previstas para los primeros cien días: el bono marzo. En lo
primero, los correspondientes despidos se han producido en todos los Gobiernos,
quizás reforzados en éste por la opinión expresada por la Ministro Rincón, que
pide prescindir también, por motivos políticos, de quienes, habiendo trabajado
para la Concertación, hayan seguido haciéndolo para la Alianza. Por desgracia,
todo esto reduce el sano efecto del mecanismo de selección de la Alta Dirección
Pública, con reemplazantes posiblemente meritorios, pero que permanecen largo
tiempo hasta que vuelve a operar el sistema. En cuanto al bono, éste se
complementará con otro de invierno, ambos anuales. Más allá del debate teórico
sobre la conveniencia de consolidar este tipo de donativos, sin duda ellos
constituyen un alivio para los más pobres, aunque no la gran herramienta para
disminuir estructuralmente la desigualdad —“el principal enemigo”, al que se
quiere derrotar, según la Presidenta—, ya que esto sólo se logra con medidas de
fondo y de largo plazo.
Ello dio pie para afirmar que en el Gobierno
de Piñera muchos perdieron el beneficio, lo que, según explicó el ex Ministro
Baranda, ocurrió porque así lo exigía la Ley dictada en el anterior período de
Bachelet. Luego se comunicó que cada Ministro realizará una auditoría en su
cartera, revisando “con lupa” la información de su antecesor (entregada en lo
que había parecido un cordial y muy ordenado traspaso de funciones, sin
precedentes) y poniendo énfasis en la disponibilidad presupuestaria, atendidos
los gastos pendientes, asunto sobre el cual expondrá el Ministro de Hacienda en
la comisión mixta de presupuestos el 7 de abril. Es obvio el derecho a tal
análisis, pero revela un espíritu innecesariamente confrontacional, pues sólo
ya efectuado se sabrá si se justificaban las públicas dudas que así se
manifiestan.
Ojalá no se gaste más energía en
actitudes que ponen el acento en el pasado antes que en los retos del presente
y el futuro.
Las grandes reformas. Hay, por
cierto, otros numerosos pasos en curso en diferentes áreas, como los contactos
de la Ministro del Trabajo con la CUT, el rediseño de la Ficha de Protección
Social y su aplicación en casos retenidos, o el catastro de falencias en la
atención primaria de salud. Con todo, la mayor expectativa es la relativa a
educación e impuestos, pues ya se advirtió que la materia Constitucional irá
más lento, sin perjuicio de que se inicien las exposiciones de los expertos
(pese a que Bachelet no quiere “una perfecta Constitución de élites”) y
consultas a la ciudadanía en un debate prelegislativo. Se supone que la reforma
tributaria se tramitará con rapidez, pues sus objetivos básicos son conocidos,
aunque ya se habla de probables modificaciones.
En cambio, al inaugurar el año
escolar, la Presidente y el Ministro Eyzaguirre ratificaron el propósito de
poner fin del lucro; terminar la discriminación en los colegios y,
gradualmente, el financiamiento compartido, mediante proyectos que se
presentarán durante los cien primeros días, y sustituir la Municipalización por
un Servicio Nacional de Educación —con sedes Regionales, Provinciales y
locales—, que administre los establecimientos de enseñanza pública sin hacerlos
depender del Ministerio, algo que sin duda requiere explicaciones. Como
señalamos ayer, no cabe quedarse en el acceso y el financiamiento sin abordar,
de una vez por todas, el problema de la calidad, con sus factores esenciales
del profesorado y los contenidos curriculares.
Prioridad en Sudamérica. En política
exterior, la actividad ha sido intensa y facilitada por la presencia de
mandatarios de la región por el traspaso de mando. El primer viaje Presidencial
será a Argentina, los vínculos con Brasil y Ecuador se reforzarán, como estaba
dicho, y se espera que Bolivia retorne al diálogo, pero sin incluir el tema
marítimo mientras persista la demanda en La Haya. Todo razonable, pero con un
cuestionable sesgo favorable a Maduro en la declaración de Unasur sobre la
situación venezolana, que omite su creciente represión de las protestas
cívicas. Con menos interés que su antecesor por la Alianza del Pacífico, el
nuevo Canciller propone el difícil desafío de combinarla con el anémico
Mercosur, reconociendo distintos grados de velocidad en el avance de los países
que no cumplen las condiciones del primer acuerdo.
Peligros en el camino. En lo interno,
sin embargo, abundan los puntos probables de conflicto, y no sólo por las críticas
y diferencias en cuanto al Gobierno anterior. Hay riesgos de enfrentamientos
futuros en temas como las isapres, la AFP Estatal y en otras propuestas, como
la extensa lista de demandas de todo tipo que plantea la convocatoria a la
marcha del próximo sábado 22. En lo que más preocupa al Gobierno, hasta después
de una reunión del 29 de marzo no habrá respuesta estudiantil a la invitación
al diálogo formulada por el ministro Eyzaguirre a todos los sectores, incluida
la Alianza, pues los jóvenes esperan conocer propuestas más concretas.
Por otro lado, los dichos del Intendente
de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, y su acusación de “opinólogos” a los Fiscales
del Ministerio Público pueden deteriorar aún más el clima social de la Región.
Y además, el nuevo Vicepresidente comunista de la Cámara de Diputados, Lautaro
Carmona, reactiva la polémica por la doble presencia de su partido en el
Congreso (y el Gobierno) y en los movimientos sociales, al proclamar como
indisolubles la lucha Parlamentaria y la político-social, en circunstancias de
que es evidente que algunos políticos no han aprendido la lección del 2011, en
cuanto a que ellos no controlan la calle, pues ésta genera una peligrosa
dinámica propia que tiende a imponerse sobre la institucionalidad.
La gran duda inicial del nuevo Gobierno
está en el manejo, a veces simultáneo, de tantos desafíos.
(Editorial tomado de Diario La Segunda del viernes por
tener con este documento una mirada muy coincidente.)