La movida con
Cuba, mera necesidad de seguridad nacional para EEUU, por Darsi Ferret.
La victoria que le endilgan a los Castro en el
“sorpresivo” anuncio de acercamiento y normalización de relaciones con EEUU
resulta completamente falsa, un bluff. Tanto los opuestos a la dictadura de La
Habana, que consideran una traición la nueva política de la Casa Blanca, como
los aliados del régimen comunista, coinciden en dar una lectura y supuesto
resultado a los actuales acontecimientos bien diferente de la realidad. Como se
dice en uno de los juegos infantiles: “…están frío, frío, frío”.
Los hechos se muestran claros a la vista, es
solo cuestión de apartar las reacciones emotivas y pasionales, para llegar al
análisis objetivo de este sensible asunto.
El enorme calado de las medidas adoptadas (restablecimiento
de relaciones Diplomáticas y empuje por el levantamiento de las sanciones
económicas y financieras, más allá del intercambio de presos), demuestra que Raúl Castro salió desesperado
a tirarse en brazos de los americanos como última carta de salvación para él y
los suyos. Y para EEUU representa la única oportunidad de entrar a Cuba con
delegaciones políticas como garantes de un proceso de desmonte paulatino y
controlado del régimen, ya que de no subirse en ese bote habrían tenido que
hacerlo un poco más adelante con aviones, barcos y marines, obligados por el
peligro que les supondría el futuro desplome del castrismo con la consecuente
inestabilidad y vacío de poder.
Este
escenario de amenaza creciente de derrumbe de la dictadura cubana se relaciona
con el indetenible colapso del chavismo en Venezuela. La incompetencia de
Nicolás Maduro unida a la inviabilidad del sistema Estatista que heredó no
brinda garantías de sostener el poder por mucho más tiempo. La repentina caída
de los precios del petróleo en el mercado internacional vino a convertirse en
el tiro de gracia para ese régimen. Junto con el pronto derrumbe de Maduro se
evapora el jugoso subsidio (unos 13 mil millones de dólares anuales) del que
han sobrevivido los Castro desde 1998.
Como la economía cubana no produce ni es capaz
de autoabastecerse, la caída del chavismo y desaparición del subsidio, dejarán
a Raúl Castro sin su principal fuente de sustentación económica y sin
posibilidades de encontrar otro benefactor sustituto que llegue con la
billetera llena de dinero y la disposición de seguirles manteniendo como
manganzones. Tales circunstancias solo permiten espacio a un mayor deterioro de
la tensa situación interna dentro de Cuba, que inevitablemente empujaría a un
estallido social.
Llegar a enfrentarse con un estallido social no
solo aterra a los Castro y su séquito cercano, también EEUU le tiene pánico,
debido a que tendrían que tomar asunto directamente para asumir sus nefastas
consecuencias. La pérdida de control del
poder implica para los Castro el peligro de arriesgar la vida, la libertad y la
riqueza usurpada durante el medio siglo de dictadura. Por otro lado, la
isla podría abocarse en una etapa de inestabilidad que conduciría al éxodo
masivo e incontrolado hacia EEUU. Y peor aún para la Casa Blanca, la
inestabilidad en Cuba la haría demasiado atractiva para el narcotráfico y el
terrorismo internacional, cuyos grupos tratarían de establecer refugio y base
operativa en la isla para situarse a escasas millas del territorio norteamericano.
Entonces, ¿de
qué estamos hablando?
Todo este
acercamiento entre Obama y Castro no es otra cosa que una rendición del
castrismo. Raúl Castro ha salido desesperado a recabar el apuntalamiento
económico de los EEUU para evitar el desplome, y se ha comprometido sin
posibilidades de otra alternativa futura a desmontar el régimen en un proceso
gradual y controlado, negociando con la Casa Blanca que se llegue al final con
la garantía de amnistía para él, su familia y la cúpula de su dictadura.
Los americanos están obligados por las
circunstancias a priorizar sus intereses geoestratégicos de seguridad nacional.
Su problema con Cuba se resume a obtener la garantía de estabilidad en la isla.
Se han lanzado a aprovechar la vía Diplomática que conduce al desmantelamiento
del régimen y la amenaza que este representa. Y en caso de malograrse ese
camino sin retorno, les queda a mano la solución militar que constituye para
ellos la no deseada pero obligada invasión con ocupación que mantenga la
estabilidad en el país.
Aclaremos que por ningún bando ha ocurrido un
renacer de buena voluntad, ni mucho menos un despertar de cariño o preocupación
por la suerte o la libertad del pueblo cubano. Simplemente los americanos no
quisieran tener que sumar otro evento costosísimo de meter las botas de sus
uniformados en otro país de la región al estilo de Granada (1983), Panamá
(1989) o Haití (2004). En pleno siglo XXI y dados los acontecimientos,
enredarse en una invasión a Cuba les resultaría de unas consecuencias políticas
incalculables. Y en el caso de los
Castro, están dispuestos a todo menos a la posibilidad de que cuelguen sus
fotos en la misma pared donde se encuentran los retratos de Nicolae Ceaucescu,
Muanmar el Gadafi, Sadam Husein o Manuel A. Noriega.
Obama
quiere estabilidad en la isla. Raúl amnistía. Y para alcanzar ambos propósitos les
urge mantenerse en control del panorama mientras se desenvuelve el proceso
negociador del desmonte gradual y ordenado del régimen.
La otra gran lectura del acercamiento entre
Obama y Castro, es que la oposición quedó fuera de la mesa y ni siquiera fue
consultada. La mayor responsabilidad es
de la propia oposición por estar dividida, enfrentada y sin mostrar madurez
política ni rumbo estratégico. Esta realidad lamentable que deja en mejor
posición a la dictadura en medio de las negociaciones con EEUU, se puede aprovechar y hacer que sirva de
estímulo para superar los escollos y lograr por primera vez la necesaria
unidad.
Los líderes de los distintos grupos de la
oposición tienen la responsabilidad de crear una gran coalición, sustentada en
una agenda mínima de coincidencia. El peso de esa voz será imposible no tomarlo
en cuenta. Lo lamentable para la
oposición es que si no se monta en este tren que ya arrancó y se desplaza por
los rieles, simplemente seguirá en el andén, fuera de todo protagonismo en el
momento histórico que vive la nación. Para el pueblo cubano la buena noticia es
que de una u otra manera, o guiados por unos u otros actores, pronto le llegará
la imprescindible libertad. El amanecer está más cerca que nunca.
( Tomado de http://www.cubaencuentro.com
)