miércoles, 22 de febrero de 2012

Algunas columnas para meditar....

Hugo Chávez Frías, tirano  venezolano,
será intervenido nuevamente por “lesión”
en la zona en que se le extrajo tumor
cancerígeno.





Chávez: nuevamente al quirófano,
por Mario Montes.

Telesur es un canal de propaganda chavista, esto nadie lo puede negar después de ver la cantidad de tiempo que dedica ese medio para publicitar la imagen del tirano venezolano, al que el sábado se le descubrió una nueva lesión cancerosa, en los exámenes que se le realizan periódicamente después de su primera operación.

No nos alegra que el dictador esté más enfermo de lo que los partes oficiales y la propaganda del régimen informa, pero es claro, con solo mirarlo que su salud se encuentra mucho más deteriorada de lo que el oficialismo y el mismo quieren demostrarle a la ciudadanía venezolana y al mundo.

Ayer, en una visita a las instalaciones en construcción de una fábrica de tractores, el autócrata reconoció públicamente la necesidad de que sea intervenido nuevamente, aunque sin dar a conocer el lugar donde será operado, negando enfáticamente los rumores de estar afectado por una severa metástasis.

Al parecer, por sus palabras, la salud del déspota está peor de lo que se informa, pues, llamó al pueblo a estar tranquilo, porque la revolución bolivariana  ya tiene el impulso necesario, ha crecido lo suficiente y dio a entender que el proceso es completamente irreversible en su camino a la instauración del socialismo.

Sin duda alguna la salud del cabecilla del bolivarianismo está resentida, como lo demuestra su escasa exposición en actos públicos, basta mirar la fotografía con que ilustramos esta nota para darse cuenta, por la hinchazón de su faz, las ojeras que ostenta y lo pausado de su hablar  para notar  que ya no es el demagogo populista de antaño.


¿El fin de Al Assad?,
por Joaquín Fermandois

Hace poco más de un año titulaba una columna con la misma pregunta, referida a Hosni Mubarak. No me las daba de profeta, entre otras razones porque nuestro tiempo le robó todo suelo a la profecía, devenida en labor de adivinadores comerciales. Lo sucedido en Egipto ha mostrado la dificultad de hallar nuevas formas políticas con tantos intereses encontrados y falta de práctica. Por eso, si se desmorona o no el régimen de Al Assad -un sistema patrimonial, el Estado es de una familia extendida-, lo sucedido prueba por enésima vez que los regímenes dictatoriales son fuertes y débiles a la vez, entre otros porque descansan en las personas, con prescindencia de las instituciones. Cada cierto tiempo se instaura una satrapía tras una revolución más o menos violenta. Así fue en Irak y Siria, hasta que la oleada fundamentalista que siguió a la revolución iraní puso en jaque a sistemas seculares y a monarquías. En todo caso, Assad tiene más ases en la mano que los que mantenía Mubarak, entre ellos una brutalidad desmesurada, con abundancia de testimonios en 40 años.

La llamada "Primavera árabe" parece de un talante diferente. Primero, no da la impresión de haberse originado en un impulso de fundamentalistas, aunque éstos la puedan capturar en un segundo momento, siguiendo la lógica revolucionaria de carrera al extremo. Segundo, no parece ser en primer lugar una expresión antioccidental; no es propiamente liberal, pero al dar voz a la cólera ante la arbitrariedad y la corrupción, exhala un aire que puede nutrir a una cultura más liberal. Tercero, no parece primariamente antisionista o antiisraelí, aunque por cierto no va a cambiar los sentimientos árabes hacia el conflicto del Medio Oriente; la frustración va dirigida contra las condiciones en el interior de cada uno de esos países.

¿Se desarrollarán democracias a partir de esta "Primavera"? Quizás. Las migraciones y el turismo algo contribuyeron a que la cultura política democrática tenía que arribar a las costas meridionales del Mediterráneo. Pero de ahí a que vaya a existir un desarrollo democrático, es harina de otro costal. Desde luego, nada dice que esto no vaya a brotar en otros países como Arabia Saudita y los Emiratos, aliados de Occidente y sociedades con otro tipo de organización política, basados en la fuerza de amplísimas familias reinantes. En suma, no dejan de ser "dictaduras" si de lenguaje oficial se trata, aunque Jordania ha sido una monarquía absoluta relativamente ilustrada bajo la dinastía hashemita del gran Hussein II y del actual Abdallah.

En fin, hay que poner de relieve que jamás ha habido genuina democracia en el mundo árabe, aunque sí la hay hasta cierto punto en el mundo islámico. La muy relativa excepción, Líbano, produjo entre 1975 y 1990 una guerra civil salvaje, en un pueblo que no es salvaje. Si en 200 años de historia republicana en América Latina la democracia ha sido y es un arduo camino, la "Primavera árabe" no rendirá frutos de la noche a la mañana. Podrá ser el inicio de un camino si en los próximos 100 años el modelo de democracia mantiene vitalidad en Europa -en último término, la fuente originadora de la república moderna.

Entretanto, sin saber cómo se desenvolverán las cosas en Siria, por ahora ojalá no haya intervención occidental, nada que vaya más allá de sanciones y, quizás, de resguardo de una zona de exclusión para refugiados. Y algo que se ha dicho poco: hasta la empresa más noble se envilece con una ejecución como la de Saddam Hussein, o, más atrás, la ejecución del matrimonio Ceausescu en Rumania, en 1989, o la horrible forma con que recientemente se dio muerte a Gaddafi.


Espías y fantasías,
por Hernán Felipe Errázuriz

Los espías dan para todo y desde siempre. Dicen que es la segunda profesión más antigua de la Tierra: Dalila fue contratada por los filisteos para conocer las debilidades de Sansón, su poderoso enemigo. Sansón, enamorado, confesó que el secreto de su poder era su melena. La amante se la cortó y quedó prisionero. Algunos sostienen que Dalila también ejerció la otra profesión más antigua de todas, era traviesa la chica.

Especialistas remarcan los peligros del espionaje: la doble vida, las fantasías y el trabajar con traiciones, sobornos y chantaje son de alto riesgo. John Le Carré y Graham Greene, famosos novelistas del rubro y ex miembros de la inteligencia británica, resultaron escépticos de los espías. Ian Fleming, autor de James Bond, antiguo jefe de la inteligencia inglesa, prefirió introducirles glamour . Según Le Carré, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Gorbachov se habrían sorprendido de las "imbecilidades que se cometen en el sacrosanto nombre de la inteligencia".

Los gobernantes, ministros y altos funcionarios de las grandes potencias prefieren tomar distancia de los operativos secretos. A lo más aparecen voceros de segundo orden que "no desmienten ni niegan".

Latinoamérica, con su realismo mágico, tiene su particular forma de practicar, dirigir e inventar el espionaje. Los secretos de sus políticos -y no los extranjeros- son la prioridad, especialmente en Argentina y Perú. También hay chambonadas, como el bochornoso ingreso al consulado argentino en Punta Arenas. Allí se llegó a extremos de publicitar la llamada del Presidente Lagos a Kirchner, disculpándose, y pasó a retiro un general ajeno al episodio.

En estos días, peruanos y chilenos han calificado de espías y detenido a un trotamundos, a un dibujante callejero y a un paseante curioso que circundaban recintos militares.

Psicosis y desconfianza crean fantasiosos espionajes, y el protagonismo de ministros y parlamentarios los sobredimensiona con desmentidos y reclamos o atribuyéndoles ser parte de un plan de agresión, como dijera el general Daniel Mora, ex ministro de Defensa del Presidente Humala.

Más atinado fue el congresista peruano Carlos Tubino, que restó importancia a las intromisiones en las instalaciones castrenses, recordando la mejor calidad de las fotografías satelitales de Google.

Con los problemas vecinales se repetirán absurdos incidentes de espionaje, porque en Latinoamérica cualquiera puede resultar espía, para gusto o disgusto de las autoridades.

Such is life in the tropics , habría dicho Lord Curzon para explicar a la reina Victoria lo inexplicable de los acontecimientos en tierras remotas.

"Such is life in the tropics", habría dicho Lord Curzon a la reina Victoria.


El nuevo tsunami
por Miguel Angel Vergara.

Próximos al segundo aniversario del 27/F y ya finalizada la investigación de la fiscal Huerta, se ha desatado un nuevo tsunami, ahora con un cariz político. Mientras unos intentan involucrar a la ex Presidenta Bachelet por su desempeño en las primeras horas de la tragedia, otros buscan acreditar la lentitud de la reconstrucción en las zonas afectadas.

 Me preocupa que, como producto subsidiario de esta lucha que se juega en ligas mayores, una vez más las FF.AA. terminen siendo el chivo expiatorio de las malas o nulas decisiones que se tomaron en el improvisado puesto de mando que el gobierno constituyó en la Onemi el 27/F. Ya se especula cuán distinta habría sido la situación si el Shoa hubiese establecido la alerta de tsunami, o si el Ejército hubiese facilitado su red de telecomunicaciones, que no se vio afectada.

 Los antecedentes que han trascendido de la investigación señalan que el Shoa emitió la alerta de tsunami a las 4.07, por lo que la Onemi debió disponer inmediatamente la evacuación, lo que no se hizo por desconocimiento de los protocolos. Si bien posteriormente hubo un error de apreciación del Shoa, al haber cancelado la alerta a las 4.56, ésta estuvo plenamente vigente durante 49 minutos. Cabe destacar que la Armada reconoció prontamente este lamentable error, dispuso sanciones y se abocó a tomar las medidas tendientes a evitar su repetición. Por otra parte, independientemente del juicio que nos merezca el papel cumplido por el Shoa, la norma indica que ante un terremoto superior a 7,5 grados en la escala de Richter se debe decretar la evacuación de inmediato, sin perder preciosos minutos esperando la evaluación técnica sobre la posibilidad de un tsunami, acción que la Onemi tampoco llevó a cabo.

 En cuanto al sistema de comunicaciones del Ejército, jamás se ocultó su existencia, ni sus capacidades, ni se negó su uso. Como lo ha declarado el propio ministro de Defensa de la época, su propósito se limita a enlazar las distintas unidades militares a lo largo del país, por lo que habría sido absolutamente insuficiente para cubrir todas las ciudades afectadas, y menos las zonas costeras vulnerables a un tsunami. Consecuentemente, poco habría contribuido a las supuestas mejores decisiones en el puesto de mando de la Onemi. Debemos recordar que, días antes, el gobierno había promulgado un decreto que, en la práctica, subordinaba las FF.AA. a la Onemi en caso de catástrofe, a lo que se suman las reticencias para decretar Estado de Excepción Constitucional y evitar los saqueos, porque se quería evitar la imagen de una zona "militarizada". Curiosa añoranza del Ejército surge ahora, sólo para adjudicarle inexistentes responsabilidades.

 Pareciera que el sino de las FF.AA. es ser aclamadas cuando acecha el peligro y duramente juzgadas cuando vuelve la paz. La tentación es grande, porque su disciplina les impide entrar en la guerrilla de declaraciones o destempladas manifestaciones públicas. Por el contrario, lo propio de la cultura militar es reconocer los errores y corregirlos de inmediato y es lo que se esperaría de todos los actores, evitando el "sálvese quien pueda", que sólo contribuirá a enrarecer el ya tenso ambiente político.


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