jueves, 13 de marzo de 2014

Del Gobierno Encuestocrático al Ineptocrático, por Hermógenes Pérez de Arce.







Del Gobierno Encuestocrático al Ineptocrático,
por Hermógenes Pérez de Arce.


         A través de más de un correo me llegó ayer la foto de una polera con una lectura en inglés, que se vende por e-Bay y cuya traducción dice: “Ineptocracia: Un sistema de Gobierno donde los liderazgos menos capaces son elegidos por los menos capaces para producir, y en el cual los miembros de la sociedad menos dotados para sustentarse a sí mismos o para triunfar, son remunerados con bienes  y servicios financiados por la riqueza confiscada a un decreciente número de productores.”


         ¡Sabio impresor de poleras! Pues es una definición muy acertada y que se sostiene a través de la historia de la Humanidad. Asimismo, explica las crisis actuales, recientes y pretéritas de diferentes países y continentes. En fin, predice el devenir chileno durante el “nuevo ciclo” iniciado anteayer. No es poco mérito intelectual.


         Pues en Chile venimos saliendo de un Gobierno encuestocrático, cuyo único norte era permitir que quien lo encabezaba remontara en las encuestas, propósito que finalmente logró, dejando agradecidos a sus adversarios y sembrado el camino de partidarios muertos y heridos, entre ellos las colectividades que lo apoyaron y los militares que creyeron en sus promesas de debido proceso.


         Como no podía menos de suceder, por su falta de decisión en temas “impopulares” el Gobernante encuestocrático dejó al país en decadencia productiva, escaso de energía y con Regiones asoladas por el violentismo; y, lo peor de todo, debió entregar el poder a los mismos adversarios ineptocráticos a los cuales tanto se esforzó por complacer, algunos de los cuales se han mostrado bastante malagradecidos.


El programa fundamental de estos últimos lo dicta “la calle”, es decir, la enorme mayoría que quiere para si los frutos generados por la minoría que produce. “La calle” quiere esa riqueza y para ello necesita destruir el derecho de propiedad firmemente garantizado en la Constitución. Para eso, a su turno, necesita cambiar la Constitución por otra sin los quórums especiales propios de la democracia protegida, y en la cual todo se decida por mayoría. Además, quiere recibir gratis e inmediatamente un costoso bien de capital, que se llama “educación”. Y, por último, quiere “la plata”, es decir, “el FUT”, el gran pozo de los ahorros acumulados por la clase productiva incentivada por la exención de impuesto a la renta sobre las ganancias ahorradas y no consumidas.


El nuevo Gobierno ineptocrático tiene mayoría Parlamentaria y puede dar pronto los grandes zarpazos proyectados a la educación y al FUT. Los empresarios, que siempre están dispuestos a vender a sus verdugos la soga con que los van a ahorcar (Lenin), han declarado que no se van a cortar las venas por el FUT. O sea, para eso no hay problema. Pero en lo de la Constitución la Presidenta está un poco confundida, porque, para empezar, no tiene pensado nada al respecto y no sabe dónde puede ir a parar el país si la nueva Constitución la hace “la calle”. Pues el régimen ineptocrático no lo es tanto como para no darse cuenta de que toda su autoridad proviene, precisamente, de la actual Constitución, y de que si “la calle” barre con ésta también puede barrer con él.


Entonces, dando un gran suspiro, ha dicho que este tema no es para los primeros cien días, sino para, por lo menos, seis meses. Y ya para entonces puede resolverse por su receta favorita: formar una comisión.


Pero, le digo yo, ¡cuidado!, porque se ha oído de pocas lunas de miel que duren seis meses.

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