Aunque seguimos manteniendo nuestras
críticas al ex Presidente Sebastián Piñera, sobre todo en su traición a los uniformados
presos, creemos que el análisis y diagnóstico que hace en este artículo
es completamente cierto y que merece el análisis de la ciudadanía.
¿En qué país
queremos vivir?,
por Sebastián Piñera Echenique.
En contraste con el
fecundo espíritu de diálogo y acuerdos que caracterizaron a los cinco Gobiernos
anteriores, esta nueva ideología apunta a debilitar la libertad y autonomía de
las personas y la sociedad civil y a incrementar el poder, discrecionalidad y
tamaño del Estado..."
El Gobierno de la Nueva Mayoría está impulsando
profundas reformas en el campo educacional, tributario, Constitucional y
laboral, con una característica común: detrás de buenas intenciones, se
proponen ideas poco eficaces que, en la mayoría de los casos, colisionan con
valores y principios profundamente arraigados en la sociedad chilena.
Estas reformas, de diversa naturaleza, tienen
en su génesis y ADN una concepción ideológica del tipo de sociedad que los
sectores de izquierda, dominantes en el actual Gobierno, parecen querer imponer.
¿Cuáles son los principales pilares de esta
concepción ideológica?
Primero, una clara confusión entre lo público y
lo Estatal, y entre el bien común y el Estado. La RAE define lo público como
aquello que pertenece e interesa a todo el pueblo, y lo Estatal como aquello
que es relativo al Estado. Lo público incluye, pero trasciende lo Estatal, al
incorporar a las personas, las familias y toda la sociedad civil.
Segundo, toda sociedad para alcanzar el
desarrollo y realización material y espiritual de todos sus miembros, debe
promover y compatibilizar tres grandes valores y objetivos: la libertad, la
justicia y el progreso. La Nueva Mayoría, al elevar la igualdad a la categoría
de valor supremo, termina asfixiando y debilitando la libertad y el progreso. Y
al priorizar la igualdad de resultados por sobre la de oportunidades, afecta la
libertad, el progreso y la propia justicia, porque castiga la autonomía, el
mérito y el esfuerzo de las personas.
Estas confusiones conducen a que aquellas
actividades relacionadas con el interés público o el bien común pretendan ser
hegemonizadas por el Estado, desplazando a las personas. Un ejemplo son las
declaraciones de la Ministro de Salud a propósito del programa Elige Vivir
Sano: "Nosotros no trabajamos con la empresa privada".
También conduce a desconfiar de la capacidad que
tienen los hombres y mujeres libres para tomar sus propias decisiones y hacerse
responsables de sus propias vidas, lo que promueve sujetos pasivos y
dependientes de un Estado intrusivo y todopoderoso, atentando contra la
libertad, creatividad, esfuerzo, mérito y capacidad de las personas, y
tendiendo a una igualdad que nivela hacia abajo, como lo reconoció el Ministro
de Educación, al afirmar que frente a niños descalzos y otros con patines, no
había que calzar a los primeros, sino quitarles los patines a los segundos.
Esta ideología también genera una tendencia
insaciable hacia un Estado más poderoso y discrecional, invadiendo todos los
ámbitos del quehacer humano, al costo de reducir y limitar la libertad y las
oportunidades de las personas y la sociedad civil, y se refleja en los
contenidos y formas de las reformas propuestas.
En lo tributario, el Gobierno aún no ha
clarificado los destinos de los U$ 8.200 millones que la reforma tributaria
pretende recaudar. La información sigue siendo confusa, incompleta y
contradictoria, como lo destacan altos personeros de la propia Nueva Mayoría y
las contradicciones entre los distintos Ministerios respecto del monto a pagar
por la compra de colegios o al costo de construir hospitales.
El Gobierno actúa como si incrementar la carga
tributaria fuera un fin en sí mismo. Lo lógico y natural, como ocurrió con la
reforma tributaria del 90 es, primero, ponerse de acuerdo en los objetivos y
sus costos asociados, y luego, en la mejor forma de financiarlos. A lo anterior
se suma, como lo han señalado prestigiosos economistas, la carencia de estudios
que cuantifiquen sus efectos económicos y sociales.
En el campo educacional, tenemos un sistema
mixto, en que participan instituciones públicas y privadas, que deben esforzarse
por otorgar calidad para atraer alumnos. El Estado financia a través de
subvenciones, becas y préstamos a los estudiantes vulnerables y de clase media,
pero son los padres o alumnos los que deben tener la última palabra para
elegir, elección que, dada la disparidad de calidad entre la educación pública
y privada subvencionada, ha tendido sistemáticamente a favorecer a esta última,
que hoy concentra la mayoría de los alumnos incluyendo a la mitad de los más
vulnerables.
Hoy hay 1.5 MM de niños menos en la educación Municipal
que hace 20 años. Pero a diferencia de lo que piensan algunos, no es que ella
sea de baja calidad porque las familias chilenas la estén abandonando. Es todo
lo contrario, las familias chilenas la están abandonando porque ella sigue siendo,
en general, de baja calidad.
El proyecto del Gobierno, en vez de corregir
deficiencias de la educación Municipal, restringe a los establecimientos no
administrados por el Estado, dificultando el surgimiento de nuevos
establecimientos particulares subvencionados, restringiendo la libertad de las
familias para elegir la educación de sus hijos, prohibiendo a los padres
contribuir con recursos propios para mejorar su calidad, limitando la autonomía
de los establecimientos educacionales, centralizando en el Ministerio de
Educación los procesos de admisión y traspasando las cargas del Estatuto
Docente, obra de la Concertación, sistemáticamente criticada por la inmensa
mayoría de los Alcaldes de la Alianza y Concertación, como una verdadera camisa
de fuerza para una educación Municipal de calidad.
Las reformas laborales que se anuncian también
se encuadran dentro de esta nueva ideología al apuntar hacia la sindicalización
obligatoria y restringir la libertad de asociación y la autonomía de las partes
en materia de negociación colectiva.
El anunciado proyecto de reforma Constitucional
apunta a incrementar el poder del Estado y debilitar las libertades y derechos
de los ciudadanos, al eliminar contrapesos como el control preventivo de Constitucionalidad
de las Leyes, ejercido por el Tribunal Constitucional; debilitar el control de
legalidad de las acciones del Poder Ejecutivo, por parte de la Contraloría;
reducir la autonomía del Banco Central; restringir la autonomía de los medios
de comunicación; debilitar el derecho de propiedad y avanzar hacia una
democracia plebiscitaria.
En síntesis, en contraste con el fecundo
espíritu de diálogo y acuerdos que caracterizaron a los cinco Gobiernos
anteriores, esta nueva ideología apunta a debilitar la libertad y autonomía de
las personas y la sociedad civil y a incrementar el poder, discrecionalidad y
tamaño del Estado.
Las consecuencias de este giro a la izquierda
ya las estamos experimentando: pérdida de capacidad de crecimiento y creación
de empleos, estancamiento en los salarios; debilitamiento de la capacidad de
innovación y emprendimiento y retrocesos en materia de inversión y
productividad. En suma, menos libertad, menos justicia y menos progreso.
La nueva sociedad del conocimiento y la
información es generosa con los países que quieran asumirla, pero indiferente e
incluso cruel con aquellos que quieran darle la espalda, y requiere reformas
que apunten a fortalecer los verdaderos pilares del desarrollo: 1. Mejorar la
calidad de la educación y capital humano, especialmente en sus más tempranas
etapas. 2. Crear más y mejores empleos. 3. Promover e incentivar la libertad,
creatividad, innovación y emprendimiento de las personas. 4. Fortalecer la
inversión en ciencia y tecnología. 5. Modernizar y flexibilizar el Estado. 6.
Integrarse en plenitud a la economía global.
Son estas las reformas que nos permitirían
derrotar la pobreza, lograr mayor igualdad de oportunidades y alcanzar el
desarrollo, de forma de construir una sociedad más libre, equitativa y
próspera, en que todos los chilenos, independiente de la cuna que los vio
nacer, tengan la seguridad de una vida digna, las oportunidades para
desarrollar sus talentos y los instrumentos para buscar, junto a sus familias,
una vida más plena y feliz.
Artículo tomado de El Mercurio