![]() |
Luego de cita con el Presidente
Piñera,
Enrique Peña Nieto aseguró que
su
Gobierno tomará como ejemplo al
‘’exitoso’’ modelo chileno para
aumentar
el bienestar de los más
vulnerables.
|
![]() |
Freirina en pie de guerra contra
la
posibilidad que la planta
de Agrosuper,
anuncian protestas en defensa de su
derecho a vivir en un ambiente limpio.
|
![]() |
Los Ministros Beyer, de
Educación,
Errázuriz, de Transportes, Pérez,
de
Vivienda, y Benítez, de Medio
Ambiente, participaron ayer en
cicletada por la Alameda, por
día
Mundial sin Automóvil.
|
![]() |
La ONU calificó de
malintencionadas
y provocativas las caricaturas
de
Mahoma, a la vez que urgió a los
líderes religiosos a restaurar
la
calma en el mundo árabe.
|
![]() |
Tribunal australiano ordena a
Lehman
Brothers pagar compensación por
daños,
se trata de la primera condena en el
mundo sobre el comportamiento de
un banco de
inversión. |
![]() |
Jefe del FMI, Christine Lagarde,
instó
a Europa a actuar para superar
la
crisis, a la vez que sostuvo que
Estados Unidos y Japón también
deberían poner en marcha sus
planes Fiscales.
|
![]() |
Argentina puso en circulación
billete con
imagen de Evita Perón, el
anterior muestra
la imagen de Julio Argentino
Roca, dos veces
Presidente argentino en el siglo
XIX.
|
![]() |
Caricaturas
sobre Mahoma de revista francesa
aumentan
las protestas provocadas por la
película
‘’La inocencia de los musulmanes’’,
ya
hay decenas de victimas fatales.
|
Chile, sociedad
vagabunda sin madre,
por Sergio Melnick.
El big bang es,
simbólicamente, la idea del «desde adentro hacia afuera». Nacemos desde el
interior de nuestras madres, y ellas simbólicamente representan nuestro origen.
Al principio, para el recién nacido, no hay separación con la madre: son una
sola cosa. La separación se produce después, cuando aparece el Yo, de la misma
manera en que la consciencia se separa alguna vez de lo inconsciente. La madre
es entonces, simbólicamente, la conexión con la divinidad, la unicidad o la
totalidad, según acomode a las creencias de cada cual. Ahí están algunas de las
claves más importantes de nuestro sentido vital. Lo paternal, en cambio, tiene
más que ver con las relaciones con la sociedad, con las maneras racionales de
trabajar en forma concreta en el sentido, con las herramientas que vamos a usar
en la vida externa. El esperma masculino, simbólicamente, va a buscar al óvulo
para que el ser pueda nacer y “salir” al mundo. Y cuando las relaciones con la
madre son enredadas, hablamos de un complejo, una maraña difícil de ordenar. A
veces, éstos se transforman en patologías.
Esta lógica se puede
trabajar también en el caso más amplio de la sociedad. Y, así, Chile presenta,
a mi juicio, una patología muy seria de sentido vital. Podemos decir que hay un
problema con la madre simbólica del país. ¿De dónde venimos, a dónde vamos? Ese
es el eje indefinido de nuestra historia. A veces queremos ser capitalistas,
otras socialistas, otras humanistas; a veces, más creyentes, otras más
emprendedores, otras liberales. A veces, somos patriarcales; a veces,
matriarcales.
Lo materno también
tiene que ver con nuestro sentido de unidad, que ciertamente no tenemos; sólo
nos aparece en las emergencias. Después se olvida y seguimos con el déficit
atencional social característico. En los últimos 50 años pasamos del
liberalismo de Alessandri a la “revolución en libertad” cooperativista de la
DC; luego, a la “revolución de empanadas y vino tinto” para alcanzar el
socialismo y la dictadura del proletariado; después, al liberalismo, a la
socialdemocracia y al Estado de Bienestar. ¿De qué se trata de todo esto? Se
trata, a mi juicio, de un enorme complejo maternal colectivo. Simplemente no
sabemos ni quiénes somos y de dónde venimos, ni qué queremos ser en términos
sociales. En esos procesos de indefinición, son comunes las regresiones y el
tratar de volver a la madre, a nuestro origen y sentido. Pero Chile no tiene,
simbólicamente, una madre conocida.
El inconsciente
social, entonces, proyectó esto en forma natural en Bachelet, por ser la
primera mujer Presidente, y rechaza de igual manera lo patriarcal, el orden, el
éxito, el esfuerzo, la estructura: todo lo que representa Piñera. Los chilenos
medios queremos que el Estado maternal nos resuelva nuestros problemas
personales, que nos diga qué hacer y dónde ir, y si lo hace, curiosamente, nos
rebelamos. Los padres no pueden controlar el alcohol de los hijos y piden una
ley que lo regule. No saben qué hacer con la educación y esperan que el Estado
lo resuelva. Ese es el simbolismo inconsciente que representa Bachelet. Pero,
claro, ella no es nada de eso en la realidad: es sólo una proyección, lo que
creemos que es o, más aún, lo que nos gustaría que fuera. No tiene ideas de
futuro, o al menos no se le conocen, ni mucho menos capacidad de gestionarlas,
como ocurrió en su Gobierno. Pero ella representa esas emociones maternas,
siempre un poco numinosas. Personajes como Piñera y Lagos representan lo
patriarcal, la disciplina, la racionalidad, el trabajo duro, la responsabilidad
que necesariamente va asociada a la libertad. Pero, de eso, el país parece que
se ha cansado. Bachelet y la Concertación sólo hablan de derechos, nunca de
responsabilidades: el camino de la perdición de una sociedad.
Por todo ello, ése
es, a mi juicio, el desafío más importante de las Presidenciales de 2013. Dado
que los chilenos somos los campeones de eludir nuestras propias
responsabilidades, ganará quien logre proyectar una idea de sentido colectivo
común que sea acogida. Ese es el «yes we can» de Obama. Eso es lo que hace
Chávez o lo que hace Cristina con el populismo a todo trance. El problema es
que ésas son visiones atractivas, afectivas, pero más bien irreales, porque van
contra la naturaleza humana, y que terminan o destruyendo las sociedades o en
dictaduras. Nada de eso queremos para nuestro país.
Necesitamos un
balance, y eso impone una dosis mínima de racionalidad. En ese sentido,
Golborne es una opción de gran equilibrio.
Chile en Chile Day,
por David Gallagher.
No había estado antes
en un Chile Day . Consiste en un valioso esfuerzo de venta del país que hace el
sector privado una vez al año a través de Inbest, una asociación de los
principales actores del mercado de capitales. Se invita a inversionistas extranjeros
a oír de Chile en algún centro financiero internacional. Hasta 2010 era Nueva
York, pero por segundo año consecutivo ha sido Londres.
Yo participaba con
Lucía Santa Cruz e Ignacio Briones en el panel con el que se inauguraba Chile
Day . Moderado por Michael Reid, el editor del Economist para América Latina
que escribió un largo y contencioso artículo sobre Chile hace algunos meses, el
panel tenía como título "El camino de Chile al progreso" y como
subtítulo "Nada me satisface"; en inglés, " I can't get no
satisfaction ", la frase de la emblemática canción de los Rolling Stones
de 1965, en que el vocalista se lamenta de que nada lo satisface, a pesar de
todo lo que tiene y todo el esfuerzo que hace. Del subtítulo se desprendía que
Reid nos iba a preguntar sobre la insatisfacción que parece haber en el Chile
de hoy, y sobre los efectos que pueda tener en el modelo y en la estabilidad
del país.
El mero hecho de que
comenzáramos con un panel que reflexionara con franqueza sobre este tipo de
tema impresionó al público británico. Un país que para venderse parte la
jornada así, claramente tiene confianza en sí mismo, y es a la vez confiable.
Creo que los inversionistas concluyeron que, a pesar de los disturbios
callejeros que habían visto tan a menudo en la BBC, Chile es, después de todo,
un país estable, uno en que el modelo prospera, aun cuando, legítimamente, la
gente lo discuta y busque cómo mejorarlo, siendo que los ciudadanos chilenos ya
no son los sumisos seguidores de las élites que eran antes: se han vuelto
contestatarios y críticos.
Reid me preguntó al
final si había un riesgo de que Chile algún día siguiera el camino de Argentina
y cayera en manos de un populista. Yo le contesté que la lucha por que haya
buenos Gobiernos nunca se puede dar por ganada en ningún país. Pero que yo
creía que el riesgo era bajo, justamente porque la gente se ha vuelto tan
crítica: ya no somos un país en que se pueda vender pomadas. Dije que algunos
analistas se asustaban cuando en los sondeos, una inmensa mayoría de
encuestados contestaba "Ninguno" ante la pregunta de si eran de
izquierda, centro o derecha, o de la Alianza o la Concertación. Algunos
analistas veían allí un vacío peligroso, uno que un populista podría llenar.
Pero yo más bien veía en los Ningunos la sana resistencia que ha adquirido la
gente a ser encasillada en las categorías de las élites, y por eso mismo sentía
que serían los primeros en resistirse al populismo.
Es lo que contesté,
pero después tuve algunas dudas. Los chilenos hemos sido moderados siempre, me
dije, pero eso no ha impedido que las élites nos hayan llevado a ser Gobernados
a veces por extremistas. Los votantes finalmente están obligados a elegir entre
las alternativas que les proponen. Por otro lado, los países ricos en commodities
corren riesgos adicionales. Cuando los precios están altos, como en Argentina
en 1943, puede llegar un Perón al poder con el argumento de que el país está
"forrado", y de que en vez de crear riqueza, hay que repartirla.
Cuando los precios están bajos, como en Venezuela en 1998, un Chávez puede
aprovechar la frustración que se da.
Felizmente estamos
todavía a años luz de Argentina y Venezuela, y eso lo sintieron los
inversionistas en Londres, en un Chile Day impecablemente organizado por Inbest,
con la valiosa ayuda del Ministro de Hacienda y su gente. Pero, como lo
percibía un personaje de Vargas Llosa, los países pueden empezar a joderse
cuando casi nadie se da cuenta.
Más espacio para la
libre competencia.
El fallo que condenó
a dos farmacias por colusión -con la máxima multa hasta la fecha, de 20
millones de dólares cada una- demuestra que nuestra institucionalidad de
defensa de la libre competencia funciona bien, aunque, desde luego, puede
perfeccionarse. Una comisión designada por el Gobierno ha hecho propuestas en
relación con el tratamiento de las fusiones y la posibilidad de una sanción
penal en casos de colusión. Pero el de las farmacias, iniciado tres años atrás
y llevado adelante con gran profesionalismo por la Fiscalía Nacional Económica
durante dos Gobiernos diferentes, es ejemplarizadora señal de que en Chile
impera y se protege la libre competencia.
Ésta es un
ingrediente esencial de una estrategia que impulse el emprendimiento y la
productividad. El reciente informe global de competitividad, que elabora el
Foro Económico Mundial, nos califica con un mediocre 5,3 (de 1 a 7), en cuanto
a "intensidad de competencia local", y con tan sólo un deficiente 3,2
en cuanto a concentración de mercados.
La fiscalización de
las conductas anticompetitivas es una pieza clave en la defensa de la libre
competencia, pero tanto o más importante es la permanente vigilancia de la
legislación, los reglamentos y la práctica regulatoria. Es frecuente que, con
la mejor de las intenciones, normas o actos administrativos limiten la libre
competencia, erigiendo barreras a la entrada de nuevos competidores a
actividades o industrias. El Gobierno debería mantenerse muy alerta al respecto
y trabajar incansablemente en remover los obstáculos existentes y dar cuenta
pública de sus esfuerzos, incluyendo los que han resultado infructuosos por
intervención de intereses creados.
Abundan ejemplos de
significativas barreras de entrada. Las insalvables dificultades que han
enfrentado los nuevos proyectos de generación eléctrica en su aprobación
ambiental han implicado en la práctica excluir a nuevos operadores y consolidar
el poder de mercado de los tres principales actores de la industria. Cuando la
falta de lluvias o el alza de la demanda provoquen gran escasez, su poder de
mercado se traducirá en altísimas tarifas y rentas. La industria bancaria y la
intermediación financiera están resguardadas por prudentes normas que protegen
la confianza en el sistema, pero una interpretación demasiado estricta de ese
principio ha llevado a la autoridad a cerrar el ingreso de nuevos actores al
mercado del crédito y medios de pago, condenando a personas naturales y pymes a
pagar precios excesivos por los servicios financieros.
En un país extendido
y lejano de los centros de consumo mundial -exportador, además, de productos
alimentarios-, la logística cumple un rol fundamental en la cadena de valor.
Las barreras a la entrada existentes en el transporte marítimo y aéreo, así
como en la burocracia en las aduanas, elevan costos y perjudican la
competitividad. El mercado de los remedios -objeto de la colusión comentada-
está altamente concentrado, presenta elementos de integración vertical con
laboratorios, y sus escasos competidores gozan de la prohibición legal -carente
de toda justificación sanitaria- que afecta a otros locales comerciales para la
venta de los remedios que no exigen prescripción médica, algo muy común en el
extranjero. La creación de nuevas empresas suele ser un eficaz aguijón
competitivo. Aunque la Ley N° 20.494 ha sido eficaz en rebajar los costos y
propiciar la llegada de nuevos competidores, hasta ahora no ha sido posible
doblegar la presión de notarios y conservadores contra un proyecto que facilita
la constitución de sociedades, ofreciendo, opcionalmente, la vía más barata y
expedita de hacerlo por internet.
Estas y otras
materias están incluidas en la Agenda de Impulso Competitivo que hace más de un
año promueve el Gobierno. Aunque algunas de sus propuestas ya están en
aplicación, los proyectos de ley para levantar barreras anticompetitivas, si
bien ya ingresados al Congreso, no muestran avance. El Ejecutivo debería dar a
estas iniciativas la alta prioridad que merecen.
Las razones de Escalona.
La batalla que desde
hace meses viene librándose en la Concertación por definir las influencias y
contenidos de la opción Bachelet tuvo esta semana un nuevo hito. Resulta
difícil exagerar la trascendencia del enfrentamiento que protagonizan el Partido
Comunista y el Presidente del Senado, Camilo Escalona. Gatillada por el rechazo
de este último a la idea de una asamblea constituyente, los alcances de la
controversia van, sin embargo, más allá de un tema puntual. En su objetivo de
construir bases que aseguren Gobernabilidad a una eventual administración de
Michelle Bachelet, Escalona aparece acá intentando fijarle límites no sólo al
PC, sino a todos quienes buscan transformar la posible candidatura de la ex
Mandatario en el vehículo para un programa de cambios radicales, muy distinto
de los anteriores Gobiernos de la Concertación.
Definida por él mismo
como una “diferencia estratégica”, la crítica del Presidente del Senado hacia
esos sectores, profundizada en un artículo difundido en la web de la Cámara
Alta, apunta en varios planos y es clarificadora de los debates que cruzan a la
oposición.
Una izquierda posible. Acorde
con su trayectoria y con su rol de histórico líder socialista, Escalona
cuestiona al PC desde la izquierda y entrando al recurrente debate sobre el
sentido y alcances de esta opción política. De hecho, su propósito explícito es
impedir que las demandas por una asamblea constituyente queden definidas como
«política de izquierda». El Senador advierte el carácter extra institucional de
tales planteamientos, en cuanto se formulan como manera de eludir los quorums
que hoy impone la Constitución y la consiguiente necesidad de mayorías amplias
para hacer cambios en las reglas del juego. Aclara que él mismo respalda dichos
cambios, pero sostiene que sólo tiene sentido impulsarlos desde dentro de la
institucionalidad y construyendo esas mayorías, en lugar de pretender obviar el
reto. Otras vías, sostiene, no lograrán los apoyos para hacerlos sustentables y
terminarán conspirando contra su propia viabilidad. En su argumentación,
Escalona acude a ejemplos históricos para afirmar —desde su particular visión—
que las soluciones «extra-constitucionales» serían patrimonio de la derecha y
que “desde la izquierda no se puede hacer lo mismo”, so riesgo de frustrar los
objetivos que se pretende alcanzar. De modo sugerente, recurre a un término
particularmente significativo en los debates de su sector, «voluntarismo»,
tradicional anatema contra quienes pretenden llevar a cabo la revolución sin
existir las condiciones objetivas para ello.
El gato y los ratones. El
Presidente del Senado también recuerda otro caso histórico, esta vez
extranjero: la famosa frase de Deng Xiao Ping justificando las transformaciones
impulsadas en China bajo el argumento de que “no importa el color del gato,
sino que cace ratones”. Según Escalona, la izquierda correría hoy precisamente
el riesgo de dividirse en una discusión sobre “cómo es el gato”, olvidándose de
“cazar los ratones” y dejando así el espacio para que la derecha continúe en el
poder: pragmatismo puro, citando al más pragmático de los líderes comunistas.
Para reafirmar su punto, hace notar que “por algo la derecha le quiere colgar
el tema de la «constituyente» al liderazgo de Bachelet”, pues tal
planteamiento, en lugar de ayudar a construir mayorías, conduciría a “alejarnos
y separarnos de millones de personas”.
El fantasma de la UP. En
sus declaraciones, Escalona ha recordado también la opción del PC en los 80,
cuando, a diferencia del resto de la oposición a Pinochet, apostó por una
sublevación popular que nunca ocurrió. Para el Presidente del Senado, igual
lógica hay ahora tras la fórmula de una asamblea constituyente en respuesta a
las demandas sociales: la idea de la salida extra institucional. Ambas
situaciones, sin embargo, las contrasta con la actitud del mismo PC en otro
momento histórico, cuando —frente a una parte del PS seducido por el ultrismo—
los comunistas apoyaron a Salvador Allende y la idea de la “vía chilena” al
socialismo, actuando como factor moderador dentro de la UP. El ejemplo no es
fortuito. Escalona ha reconocido públicamente que el trauma del golpe militar y
la caída de Allende lo han marcado, criticando con dureza a quienes —como
Carlos Altamirano o el MIR— propiciaron en su momento un extremismo que
desestabilizó al país. De alguna forma, su trayectoria política posterior ha
apuntado a espantar aquellos fantasmas, jugándose por opciones de izquierda que
privilegien la Gobernabilidad y el reformismo. Cuando sectores importantes de
la oposición se tientan nuevamente con radicalizar sus posturas, los
recordatorios de Escalona adquieren así el tono de una severa advertencia.
Las reacciones a esta
polémica confirman las líneas divisorias que hoy marcan a la oposición, con los
Presidentes radical y PPD apoyando al PC, su actual aliado electoral. Al otro
lado, junto a cautas declaraciones de la mesa socialista y desconcierto entre
los «barones» de la colectividad, figuras de la DC y del laguismo PPD aparecen
más cercanas a la postura del Senador PS. En cualquier caso, en ese
ordenamiento frente al tema, resulta profundamente revelador que sea el Presidente
de la Cámara Alta quien lleve la voz cantante para denunciar —y rechazar— la
“pretensión” PC de que “se haga su palabra”. Ello, en contraste con el papel
relativamente secundario asumido hasta ahora por la directiva
democratacristiana, partido al que se supondría contrapeso natural del
comunismo, pero cuyo timonel ya acogió en su momento la idea de la asamblea
constituyente.
Asambleas constituyentes.
Sorprende la
insistencia de amplios sectores de la oposición en el reemplazo de la actual
Carta Fundamental por otra generada mediante una asamblea constituyente. La
razón que se da para justificar ese paso radica en la supuesta
"ilegitimidad" de aquélla, no obstante que a partir de 1989, durante
todos los Gobiernos de la Concertación y también en el curso del actual, la
Constitución de 1980 fue objeto de 16 reformas, dos de las cuales, la de 1989 y
la de 2005, constaron de 54 y de 58 enmiendas, respectivamente. En total, 242
artículos de la Carta han recibido modificaciones.
Muchas de ellas, es
cierto, fueron mal concebidas, otras produjeron efectos no deseados y algunas,
incluso, incorporaron elementos anómalos en un régimen Presidencial, como las
interpelaciones, que tienen un alcance muy preciso en un régimen Parlamentario,
pero que son estériles en el nuestro -como se ha observado en las ya
realizadas-. Todas esas deficiencias, imputables a la competencia técnica de
los Legisladores y a su desconocimiento de la historia política chilena, son,
sin duda, posibles de solucionar. Pero ni la suma de ellas ni las objeciones
que puedan recibir los restantes artículos de la Carta la hacen ilegítima.
Lo que está detrás de
esto, como se ha repetido en otras oportunidades, es que la Constitución de
1980 nació durante el Gobierno Militar iniciado en 1973, y sus múltiples
reformas no han bastado para hacerle perdonar ese pecado original. Una vez más
se advierte en los críticos su notoria ignorancia acerca de la historia Constitucional
del país. En efecto, la Constitución de 1925 no fue impecable en sus orígenes,
y tampoco lo fueron las de 1833 y 1828. En verdad, el problema debe mirarse
desde otro punto de vista: constituciones de discutible origen y deficientes
técnicamente han demostrado cumplir muy adecuadamente su papel de diseñadoras
de marcos institucionales relativamente adecuados, en tanto otras, modelos en
su origen y en su elaboración técnica, no fueron capaces de proteger los
derechos más esenciales de las personas. No está de más recordar que Hitler llegó
al poder -y al poder absoluto- bajo la gran Constitución de Weimar.
Pero hay otra
cuestión, y muy seria, vinculada al propósito de darle al país una nueva
Constitución. Y ella es fácil de plantear: ¿para qué? ¿Podrá, en efecto, ser
una nueva Carta muy diferente de la actual o de la de 1925, ambas muy
parecidas, por lo demás? Se ha subrayado ya que es muy poco lo que cabe hacer
en cuanto a intentar transformaciones institucionales profundas, dado de que
Chile está inserto, en virtud de numerosos tratados internacionales, en la
nómina de países constituidos en democracias representativas.
¿Cuál es, pues, la
razón de esta insistencia en un proyecto cuya ejecución sus mismos
propugnadores estiman difícil de llevar a cabo? Es probable que con semejante proposición
se aspire a atraer a una juventud cada vez más esquiva hacia los partidos
políticos y más afín a los grupos antisistémicos. Pero también es posible, y
así parecen insinuarlo algunos integrantes de la oposición, que se apunte
indirectamente a un objetivo que en apariencia es de más fácil obtención, y por
el cual también se ha pugnado durante largos años: introducir de manera amplia
y general el plebiscito en nuestro ordenamiento. Este elemento, que permitiría
expresarse al pueblo sin intermediarios, útil para conocer el pensamiento de
pequeñas comunidades, es una herramienta absolutamente opuesta a la democracia
representativa y ha demostrado ser de enorme eficacia para establecer, bajo el
paraguas democrático, regímenes crudamente autocráticos.
¿Es Estados Unidos un
imperio en decadencia?
por Mark Urban, BBC.
El argumento actual
sobre el papel de Estados Unidos en el mundo es extraño.
Mitt Romney, el
candidato republicano a la Presidencia, dice que su país ha abandonado el
liderazgo global y está quedándose relegado, pero no cree realmente que el país
esté en un declive a largo plazo.
Por el contrario, el
Presidente Barack Obama, insiste que su país "está de regreso", pero
parece tener dudas en privado sobre ello.
Estos dos hombres se
han visto forzados, al menos en parte, a tomar estas posiciones por el debate Presidencial.
El argumento de
Romney es en esencia que Obama es un indeciso que ha otorgado poder
innecesariamente a países como Rusia, China e Irán, y que está en peligro de
enviar al país irremediablemente cuesta abajo.
El equipo del
candidato republicano tiene que creer que su líder puede revertir esta
tendencia, mientras Obama tiene que insistir en que no ha habido pérdida de
poder o influencia.
Más allá de las
contorsiones políticas que se esperan de ambos candidatos, lo cierto es que el
debate se alimenta de actitudes políticas subyacentes.
Las encuestas
sugieren que cuando se les pregunta si su país está "en declive",
entre el 60% y el 70% de los estadounidenses dice que sí.
En los últimos años,
cientos de miles de libros han sido vendidos en Estados Unidos con un mensaje
similar, lo que llevó a un crítico a comentar que "el declive tiene la
misma fascinación para los historiadores que el amor para los poetas
líricos".
Balance militar
Las condiciones de
este debate deben redefinirse. Por ejemplo, ¿se refiere el tema a la pérdida
absoluta de poder por parte de Estados Unidos o a un incremento relativo en la
proporción de la torta mundial que consumen otros?
En esencia, este
argumento debate si China se ha convertido en el país más dinámico y exitoso y
si superará a Estados Unidos.
De acuerdo con
algunas estadísticas, el debate puede resolverse rápidamente: China se lleva la
victoria en cuanto a la población y Estados Unidos alza el trofeo cuando se
trata del número de portaaviones.
Casi todo el mundo
está de acuerdo en que los estadounidenses todavía son preponderantes a nivel
militar, aunque algunos expertos han mostrado su preocupación por las
consecuencias a largo plazo del aumento en el presupuesto de defensa de China
mientras cae el presupuesto del Pentágono.
Sin embargo, es claro
que tras las altamente costosas guerras en Irak y Afganistán, la Casa Blanca
está convencida de no utilizar los instrumentos militares.
De hecho, el Presidente
Obama ha reenfocado la atención y los recursos de su país a la economía, y
argumentó en junio que "hemos gastado un billón de dólares en la guerra...
ahora debemos invertir en el recurso más grande de Estados Unidos, nuestra
gente...es hora de enfocarnos en construir la nación acá, en casa".
Esto ha condicionado
la actitud de Obama en relación con eventos en Siria y -algunos lo susurran en
la Casa Blanca- también evolucionó hasta convencerlo totalmente de no ir a una
guerra con Irán.
Introspección nacional
Pero entonces, si el
país decide no utilizar el aspecto militar, ¿cuáles instrumentos de influencia
le quedan?
Estados Unidos sigue
siendo un poder creativo, desde Hollywood hasta Apple. Los estadounidenses
todavía siguen confiados en su habilidad para innovar y conseguir una salida a
la recesión, incluso a pesar de haber sido sacudidos por el fenómeno conocido
como "recuperación sin empleo".
Quienes rechazan la
propuesta de que Estados Unidos está en declive, como el historiador Robert
Kagan, creen que la situación actual se parece a otros periodos de
introspección nacional.
En las décadas de
1920 o 1970, por ejemplo, una combinación de dificultades económicas y costosas
guerras extranjeras produjo aislamiento o una confianza nacional vacilante.
"Si usted está
buscando un superpoder neurótico, entonces Estados Unidos es el que
busca", me dijo Kagan.
Los argumentos de
Kagan sobre la naturaleza cíclica de la actual situación y sobre el hecho de
que no se trata de un declive para Estados Unidos han sido citados por ambos
candidatos a la Presidencia.
El analista también
señaló que la proporción relativa de la economía global con que cuentan China,
India o Brasil se ha incrementado de manera muy lenta.
Sin embargo, sí hay
algunos elementos de la situación actual que son nuevos. Nadie está seguro de
cómo puede afectar a largo plazo la deuda nacional, que está en US$6 billones y
creciendo.
Los expertos más optimistas
señalan que sólo un sexto está en manos de los gobiernos extranjeros, y los más
alarmistas aseguran que el gasto del gobierno de Estados Unidos ahora depende
en pedir dinero prestado de China.
La apuesta china
En los corredores del
poder en Washington, la élite de la política exterior está nerviosa por la
posibilidad de un atasco presupuestario continuo, en particular si Obama
resulta reelegido -como muchos consideran probable- pero debe negociar con una
Cámara de Representantes controlada por el Partido Republicano.
Cuando hablé la
semana pasada con Strobe Talbot, el director del centro de pensamiento
Brookings Institution, me advirtió que "nuestras políticas disfuncionales
en Washington no pueden ayudar".
Mientras muchos
aseguran que no se debe temer la posibilidad de que China participe en un
rescate a Estados Unidos, porque incrementaría la participación de ese país en
la recuperación estadounidense, también es claro que el público en ambos países
se siente incómodo con esta interdependencia.
La campaña de Romney
ha estado respondiendo a estos temores, al insistir en que una de sus primeras
decisiones al asumir el cargo sería declarar culpable a China de prácticas
comerciales injustas.
Los países ya están
tan conectados que esa posibilidad incomoda a muchos.
Richard Armitage, el
Subsecretario de Estado bajo la Presidencia de George W. Bush, dijo que
"tener de entrada una mala relación con China no es una manera
esperanzadora de tratar de proteger nuestros intereses".
Armitage también
calificó de "incomprensible" la descripción de Romney -el candidato
de su propio partido- sobre Rusia, país que considera la principal amenaza para
la seguridad estadounidense.
Mientras Romney ha
generado controversia recientemente por sus errores, es justo decir que cuando
se refiere a China, Obama ha estado enfocando o ajustando sus políticas sobre
relaciones comerciales con ese país para acercarlas a las que defienden sus
críticos.
Esta semana sugirió
que puede introducir nuevos aranceles a las importaciones automotrices de China
y ya ha subido silenciosamente los impuestos a otros productos manufacturados.
Comparaciones con Reino Unido
Todos los
historiadores involucrados en el debate sobre el declive están de acuerdo en
que la época del Imperio Estadounidense no puede seguir por siempre. Después de
todo, los grandes poderes surgen y caen.
Muchos intentan
establecer dónde creen que Estados Unidos se encuentra ahora en términos del
pasado imperial británico.
Los más pesimistas
tienden a ver analogías con la primera parte del siglo XX, después de la guerra
de los Boer y antes del cataclismo de 1914.
Es claro que hay
similitudes entre el debate británico sobre el declive durante ese periodo y la
actual introspección estadounidense.
Incluso si uno acepta
esa visión, fue sólo hasta la década de 1940 y la Segunda Guerra Mundial que
Estados Unidos pudo eclipsar a Reino Unido como el poder militar más grande del
mundo.
Los optimistas se
refieren incluso a épocas anteriores. Cuando le pregunté a Kagan dónde ubicaría
a Estados Unidos en términos británicos, respondió con un brillo en el ojo
"oh, alrededor de 1840", antes de aceptar que China puede sobrepasar
a Estados Unidos durante la vida de alguien que sea hoy un niño pequeño.
Kagan se mostró
preocupado por el fracaso para controlar el déficit presupuestario y la posible
aceleración de este proceso. Dice que si los billones continúan subiendo,
simplemente atender la deuda desplazará tipos más productivos de gasto, lo que
crearía un espiral nacional descendente.
Tal vez el momento
del declive británico que los políticos estadounidenses deberían estar mirando
es 1956. Durante la crisis causada por la invasión anglo-francesa de Egipto,
Estados Unidos detuvo el choque al amenazar con cerrarle el grifo a la economía
británica.
Esto marcó el final
de la habilidad británica de actuar como un poder global independiente, y fue
la deuda del país con Estados Unidos la causante.
Nadie cree que China
pueda crear un "momento Suez" próximamente. Y, por supuesto, es esa
impresión de que la hora de la verdad entre los dos rivales imperiales está en
algún punto del futuro la que les permite a los candidatos a la presidencia
evitar una discusión demasiado explícita del declive estadounidense.
Pero el impulso de
evitar debates explícitos sobre el manejo de un imperio cuesta abajo puede
simplemente estar acercando ese día temido.
Nota de la Redacción:
Esta es una edición
de emergencia, nos encontramos descansando den un lugar con escasa señal
inalámbrica para nuestros computadores, lo que nos ha impedido subir algunos
ejemplares de nuestro informativo, obligándonos en otros casos a seleccionar
materiales para provocar la meditación de nuestros amigos y amigas.
La situación descrita
se mantendrá por algunos días, por lo que intentaremos en remplazo de nuestro
noticiario habitual dejarles con el mejor material que encontremos disponible,
lo que en algunos casos inclusive no será posible por la imposibilidad de subir
el material por falta de conexión a la red.
Por las molestias que
pudiésemos haber causado a nuestros amigos y amigas, que tan fielmente nos han
acompañado en los últimos años, les expresamos nuestros sentimientos de pesar y
congoja, a la vez que les manifestamos que seguiremos defendiendo nuestras
verdades y nuestra visión informativa.