Nueva Mayoría: Relato
sin proyecto,
por Luis Larraín.
Muchas veces se criticó al Gobierno de Sebastián Piñera por carecer de
un "relato", un mensaje a los chilenos acerca de sus objetivos y
motivaciones. Así, pese a que se reconocía en su administración una relativa
eficiencia para sacar adelante sus proyectos, se le reprochaba su incapacidad
para encantar a los ciudadanos y generar la adhesión de las mayorías.
Con el gobierno de Michelle Bachelet está pasando justo lo contrario.
Tenemos ahora una administración cuyo "relato" está bastante claro,
pero que pareciera carecer de un proyecto para hacer realidad esas
aspiraciones.
El elemento esencial del relato de la nueva mayoría es la inclusión
social. Desde el lema que utilizó la candidatura Presidencial de Michelle
Bachelet, Chile de todos, se nota este esfuerzo por comunicar que, de ahora en
adelante, no habrá chilenos excluidos de los beneficios del progreso que
disfrutan sus compatriotas.
La inclusión es entonces el concepto central de la Nueva Mayoría y su
expresión más concreta y palpable es la reducción de la desigualdad.
En teoría, el Gobierno cuenta con proyectos o grandes reformas para
encarnar este sueño de la inclusión social. Ellos serían una reforma
tributaria, que recaudaría 3 puntos del PIB, una reforma educacional que
abarcaría todos los ciclos de enseñanza y una nueva Constitución.
¿Por qué entonces afirmamos que la nueva mayoría carece de proyectos? La
razón es que las propuestas de Michelle Bachelet para atacar los problemas de
desigualdad no se basan en un diagnóstico certero acerca de las causas que la
provocan y los consecuentes proyectos para remediar esos males, sino en una
serie de consignas y slogans que no apuntan a los verdaderos problemas de
nuestra sociedad.
La reforma tributaria ha dejado enormes dudas respecto a la posibilidad
de contribuir a disminuir la desigualdad, pero el problema más grave está en la
reforma educacional. Los proyectos presentados hasta ahora en educación no
ayudan al objetivo de reducir la desigualdad y los que aún faltan, como por
ejemplo el de gratuidad en educación superior, no sólo no contribuirán a ese
objetivo sino, al contrario, nos alejarán de él.
Lo que nos está pasando la cuenta, es la lenidad de los técnicos de la
Nueva Mayoría que se han prestado para avalar con su concurso reformas que en
definitiva responden a consignas y no resolverán los problemas denunciados.
En efecto, en materia educacional se elaboró un discurso, siguiendo a
los ideologizados y extremos planteamientos de la dirigencia estudiantil, que
afirmaba que los grandes males de nuestra educación eran el lucro, la
segregación del sistema escolar y la selección a nivel de las escuelas. Se
elaboraron proyectos de Ley para terminar con estos supuestos males y el
escrutinio de los especialistas e interesados ha sido lapidario. Los proyectos
son un desastre y no resuelven los problemas de la educación chilena. Para
terminar con el lucro se ideó un insensato poder comprador de inmuebles que
gastaría grandes cantidades de dinero para traspasar colegios privados al
Estado sin ningún aporte a la calidad. Para combatir la segregación se planteó
eliminar en diez años el aporte de los padres a colegios subvencionados,
supuestamente compensándolos con aumentos de la subvención, lo que se demostró
insuficiente para mantener los recursos de esos colegios. Para terminar con la
selección se plantean mecanismos centralizados de asignación de los niños a los
colegios, que son rechazados por las familias.
Nicolás Eyzaguirre tiene otros defectos pero no es un incompetente. ¿Por
qué a estas alturas no tiene una planilla Excel con el timing de cada uno de
los proyectos necesarios para realizar la reforma educacional? Simplemente
porque las promesas de fin al lucro, la selección y el financiamiento
compartido son incompatibles con una reforma que contribuya a disminuir la
desigualdad. Por eso, el problema no se resuelve cambiando al Ministro y
Eyzaguirre sigue en su cargo.
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