En decepcionante partido jugado en la altura
de Quito la selección chilena cayó ante los
ecuatorianos por 3 goles a 1, en una muy
mala presentación en que mostró poco fútbol
y nada de chispa.
Con una sencilla ceremonia en el Palacio de
La Moneda el Presidente Sebastián Piñera,
junto al Ministro Golborne y algunos de
protagonistas conmemoraron el segundo
aniversario del rescate de los 33 mineros
de Atacama.
Alemania se negó a proporcionar plazo
adicional a Grecia para cumplir con plan
de ajuste, Autoridades germanas dicen
que la postura de su país en este asunto
‘’no ha cambiado’’.
La Unión Europea (UE) fue galardonada
ayer con el Premio Nobel de la Paz, por
sus logros para ‘’el avance de la paz y la
reconciliación" y el establecimiento de
"la democracia y los
derechos humanos’’.
Ai Weiwei criticó Nobel de Literatura para
Mo Yan, dijo que es ‘’casi insoportable’’,
lamentando el artista disidente que se
haya premiado la Academia Sueca a un
leal a la dictadura comunista.
Bienestar y felicidad,
por Agustín Squella.
Los informes sobre
desarrollo humano en Chile que desde 1996 entrega el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo han permitido advertir mejor nuestra realidad y tener
debates ciudadanos más ilustrados, sobre bases empíricas y no de meras
elucubraciones, y orientar también mejor el diseño de políticas públicas.
El informe
correspondiente a 2012 trata sobre el bienestar subjetivo de los chilenos, un
concepto que se explica de la siguiente manera: la satisfacción que las
personas tienen tanto con sus vidas como con la sociedad en que llevan adelante
su existencia y relaciones interpersonales.
Tal concepto parte de
la base de que la subjetividad de las personas importa y que uno de los
propósitos del desarrollo es conseguir mayor bienestar subjetivo de los
individuos, más allá de lo que muestren los despersonalizados grandes números
que se utilizan para dar cuenta del grado de avance o retroceso de las
naciones. El informe prefiere ese concepto al de felicidad, porque esta última
tiene complicaciones conceptuales evidentes y suele estar referida únicamente a
la intimidad de las personas. De la felicidad la gente suele tener una idea más
bien recóndita, casi hogareña, relacionándola con llevar una vida sin grandes
sobresaltos y con que los seres más próximos y queridos se encuentren bien, a
todo lo cual se suma la creencia de que alcanzar la felicidad depende de cada
individuo y no de lo que la sociedad pueda ofrecernos en un momento dado. En
cambio, el concepto de bienestar subjetivo, menos glamoroso que el de
felicidad, tiene la ventaja de ser más modesto, más exacto también, y de poseer
dos componentes: el bienestar subjetivo individual (el grado de satisfacción
que cada cual tiene con su propia vida) y el bienestar subjetivo con la
sociedad (el grado de satisfacción de las personas con la sociedad en que
viven)
Esa doble composición
es relevante, puesto que los chilenos solemos mostrarnos crecientemente
satisfechos con nuestras vidas y cada vez más críticos y desconfiados respecto
de las oportunidades que proporcionan el país y sus instituciones para el
desarrollo de nuestras capacidades. Por lo mismo, nuestros principales
problemas conciernen al bienestar subjetivo con la sociedad, y ellos no deben
ser minimizados ni postergados en sus posibles soluciones porque salgamos
relativamente bien parados en las mediciones del bienestar subjetivo
individual.
Conceptualmente
hablando, el informe del PNUD representa un progreso respecto de los habituales
y no pocas veces frívolos y mercantilistas discursos sobre la felicidad, un
concepto tan difícil de definir como fácil de manipular por una industria de la
felicidad que banaliza esta última palabra. La felicidad, cualquier cosa que ella
sea, es mucho más que la dimensión individual del bienestar subjetivo, y
haríamos bien si la dejáramos reposar un rato y si los publicistas mostraran
mayor recato a la hora de vincularla con bebidas de fantasía, marca de ropa o
de zapatillas, automóviles de lujo, visitas al mall , o viajes a playas del
Caribe.
¿Conclusiones? La más
obvia es que el estado de la sociedad, y no sólo el que reporta cada individuo
acerca de sí mismo, es importante para el nivel de satisfacción que alcancemos
en nuestras vidas, evitando tres inferencias equivocadas: pensar que todo está
bien al fijarnos sólo en el bienestar subjetivo individual, considerar que todo
está mal al tomar únicamente en cuenta la satisfacción que declaramos con la
sociedad, y estimar que el malestar con la sociedad es un mal y no una
oportunidad para advertir a tiempo cuáles son los cambios que deberían hacerse
para disminuirlo.
El malestar con la
sociedad no debe ser visto como fuente de conflictos, y tampoco los conflictos
como patologías sociales, puesto que son inherentes a la vida en común.
Araucanía y nueva Área
de Desarrollo Indígena
por Sebastián Donoso.
En octubre 2013 se
cumplirán 20 años desde la entrada en vigencia de la Ley Indígena. A la hora de
los balances, la mirada se dirige inevitablemente a la IX Región. La Araucanía
tiene una situación única. Concentra el 25% de la población indígena del país,
que a su vez representa casi un tercio de la población regional. Esa cualidad,
sumada a la riqueza de sus recursos naturales y belleza de su entorno, la
transforman en una Región con un gran potencial.
A principios de los
90, Temuco era una de las ciudades más pujantes de Chile. Desafortunadamente,
hoy no podemos decir lo mismo. La Encuesta Casen de 2011 muestra una
disminución importante en la tasa de pobreza de la Región, pero sigue siendo la
más pobre de Chile. Si bien no se conocen estudios que demuestren una
correlación directa con la Ley Indígena, el retraso que sufre hoy la Región
debe, al menos, motivar una reflexión sobre las implicancias que han tenido las
políticas impulsadas por dicha ley.
Lo primero que salta
a la vista es el grave deterioro en la convivencia. La situación de violencia
que afecta a La Araucanía se arrastra desde hace ya 15 años. Se han intentado
distintas soluciones sin éxito, pasando por fórmulas asistencialistas, entrega
de “tierras por paz”, promesas de mano dura y variadas instancias de diálogo.
En este escenario, la tendencia natural es privilegiar el manejo de la difícil
coyuntura en desmedro de una mirada de largo plazo.
Si bien no hay
recetas, es claro que existen ciertas condiciones de base, en ausencia de las
cuales cualquier esfuerzo será infructuoso. Una de ellas es la
institucionalidad, como condición necesaria para un diálogo fructífero. Existe
consenso político respecto a la precariedad que se observa en esta materia. Por
el lado del Estado, se requiere un servicio público eficiente (que reemplace a
la Conadi) y una secretaría política de alto nivel que elabore y coordine la
política pública. Por el lado de los pueblos indígenas, se requiere un ente que
los represente a nivel nacional y que esté legitimado por ellos mismos. Otra
condición de base es la administración prudente de los mecanismos de entrega de
tierras, y en particular la llamada compra directa de predios. Es indispensable
asegurar que este proceso no implique incentivos perversos a la violencia o
especulación, así como evitar que las presiones por la ejecución presupuestaria
nublen la vista.
En este contexto,
cabe preguntarse por las implicancias de la reciente creación del Area de
Desarrollo Indígena o ADI de Ercilla, una de las zonas de La Araucanía más
golpeadas por el conflicto. Las ADI están concebidas como espacios
territoriales en que los organismos del Estado focalizarán su acción en
beneficio del desarrollo de los indígenas. Aunque bien administradas pueden
contribuir a la paz social, las ADI no fueron creadas como un instrumento para
mejorar la seguridad o disminuir los índices de violencia. No debemos esperar,
entonces, que esta nueva ADI venga a solucionar situaciones que requieren
políticas públicas de otra envergadura. Por otra parte, deben tomarse medidas
para evitar que esta nueva ADI se transforme en un eslabón más del entramado
legal ya existente y termine afectando el desarrollo de los indígenas, de la Región
y del país.
Debate Presidencial en
EE.UU.
por Rolf Lüders.
La semana pasada se
llevó a cabo en EE.UU. el primer debate entre Barack Obama y Mitt Romney. Este
se centró en temas económicos, dejando en evidencia las importantes diferencias
entre ambos. Diferencias del mismo tipo, pero extremas, se dieron en Venezuela,
entre Hugo Chávez y Henrique Capriles, y existen, más moderadas, entre la
centroizquierda y la centroderecha chilena.
Aun a riesgo de
caricaturizar, Barack Obama sostuvo que lo que tenía que hacer EE.UU. para
permitir que su economía recupere sus tasas históricas de empleo era invertir
más en educación y entrenamiento, además de desarrollar nuevas fuentes de
energía, apoyar a las pymes que invierten en EE.UU., y reducir el déficit
fiscal. Mitt Romney, a su vez, argumentó que para lograr tal recuperación había
que reducir las tasas de impuestos y el gasto Fiscal, reducir regulaciones, y
descentralizar decididamente el gasto hacia los Estados de la unión.
Obama, tal como lo
hace la centroizquierda de nuestro país, prefiere un mayor rol estatal,
principalmente para regular más la actividad de los privados y para
redistribuir ingresos. Al hacerlo, minimiza relativamente el efecto negativo de
mayores tributos y regulaciones, y magnifica relativamente los beneficios de
una mayor igualdad económica. En cambio, Romney, tal como la mayor parte de la
centroderecha chilena, es partidario de limitar la expansión del Estado. Es
cierto que en último análisis, el asunto es uno de preferencias (menor o mayor
libertad individual; mayor igualdad o mayor crecimiento). No obstante, al optar
por una mayor injerencia estatal hoy en Chile, no hay que olvidar que eso,
ceteris paribus, se hace a costa de menor crecimiento.
Relacionado con el
tema anterior está aquel del gasto público en educación, gasto que en Chile
representará aproximadamente el año próximo un nada despreciable 20% del gasto
Fiscal. Una parte de este gasto es definitivamente inversión en capital humano
y aumenta la productividad, y propende a una mayor tasa de crecimiento. No
obstante, en ocasiones este gasto tiene mero carácter redistributivo. Por
ejemplo, la rebaja de tasas de interés sobre los créditos, el tratamiento
tributario de gastos de educación y una parte de las becas adicionales son
claros ejemplos de simples transferencias. Nótese, además, que variaciones en
aquella parte del gasto en educación que es de inversión sólo tienen efectos
sobre el crecimiento en el mediano y largo plazo. En el corto plazo, su impacto
en el crecimiento -por los desincentivos que genera la correspondiente mayor
tributación- tiende a ser negativo.
En resumen, el debate
entre Obama y Romney dejó en claro las importantes diferencias existentes entre
ellos en cuanto al rol del Estado. Me quedó la impresión de que Obama, tal como
lo hace nuestra centroizquierda, subestima el impacto negativo que tiende a
tener sobre el crecimiento y la reducción de la pobreza -en la actualidad- la
expansión del ámbito de la acción estatal. El aumento del gasto público en
educación es, al menos en Chile, deseable, pero sus efectos positivos serán
menores mientras mayores sean las meras transferencias y, en todo caso,
solamente se notarán a mediano y largo plazo.
El caso sobreprecios y
los frentes internos.
El costo político que
pagará el oficialismo por el caso «sobreprecios» y los demás impasses de los
últimos quince días -fallida licitación del litio, caída del Subsecretario de
Minería y de tres funcionarios de Interior, cierre definitivo del caso bombas, reproche
de Contraloría a dos Ministros- es una pregunta abierta. Pero, según lo visto
hasta ahora, el mayor daño provendrá de sus propios errores y del fuego amigo,
antes que de la desarticulada reacción opositora.
En una nueva semana
de campaña Municipal en tono menor (salvo el accionar violento de brigadistas),
el Gobierno volvió a comprobar la gran equivocación de haber llevado
precipitadamente a trabajar a Interior a un controvertido ex Fiscal que terminó
polemizando públicamente con el Subsecretario Rodrigo Ubilla, a propósito de
las responsabilidades en la licitación de equipos para el Plan Frontera Norte.
De hecho, han sido esas declaraciones, sumadas a las del Senador UDI Jovino
Novoa pidiendo asumir responsabilidades políticas, las que más han complicado
los esfuerzos por dar un cauce al asunto y fortalecer la propia situación de
Ubilla. En efecto, tras la reacción inicial del Ministerio desvirtuando las
primeras denuncias, el Subsecretario, a medida que se fueron conociendo más
antecedentes confirmatorios de irregularidades, asumió un rol activo en la
búsqueda de su aclaración. Ello, junto a la información sobre adquisiciones efectuadas
durante el anterior Gobierno a la misma empresa ahora cuestionada y los
intentos de La Moneda por establecer puentes con Parlamentarios opositores,
puede explicar que la Concertación no haya escalado a niveles aún mayores un
asunto en sí mismo explosivo. Antes bien, las actitudes opositoras han sido
oscilantes, desde la prudente cautela de algunos hasta la estridencia de
quienes intentan vincular este tema con el rol de Ubilla como lector de
cómputos el próximo 28: una versión extrema de la estrategia de destrucción de
credibilidades que en ciertos sectores entusiasma.
Más fuego amigo. Tanta
dispersión obviamente les ha restado efectividad a los opositores. En
contraste, las palabras de Novoa -luego matizadas por él mismo- dieron cuenta
de un mar de fondo en las relaciones UDI-Gobierno. Pues aunque el partido ha
terminado ordenándose en el apoyo al Subsecretario, el Senador dejó marcado su
punto: el malestar acumulado al sentir que han sido básicamente nombres
gremialistas -desde Magdalena Matte y Jacqueline van Rysselberghe a Rodrigo
Alvarez y Pablo Wagner- los que han pagado mayores costos en la era Piñera.
Pero, como ni la
campaña electoral ni la crisis de los sobreprecios amainan las ambiciones de
perfilamiento, también Parlamentarios RN han hecho su aporte para complicar el
cuadro oficialista. Así, la bancada de ese partido está amenazando con rechazar
-nada menos- la partida más emblemática del Presupuesto, Educación, para
presionar por los deudores Corfo, también apoyados desde la UDI.
Imagen sugerente. Si
no ha abundado la claridad en el accionar opositor, la confusión también
caracteriza el manejo interno concertacionista. El antiguo debate de cómo
ampliar la coalición -compromiso suscrito por los cuatro partidos hace un año y
que en la práctica significa lograr entendimientos con el PC y otros grupos-
resurgió una vez más. Radicales, PPD y socialistas se alinearon ahora en
posturas similares, con la sola reticencia del timonel DC Ignacio Walker. Se
trata de una discusión algo ociosa, cuando en los hechos todos -incluidos los
democratacristianos y el propio Walker- están haciendo entusiasta campaña por
los candidatos a Alcaldes comunistas y coordinan su trabajo Parlamentario con
el PC. Y es que, por más que se discrepe en la forma concreta en que se
proyectará el entendimiento, lo cierto es que éste ya funciona.
Por eso, tal vez acá
lo más interesante de la semana sea una imagen: los Presidentes del PS y el PPD
juntos en la cafetería de la Cámara, tras meses de distanciamiento entre ambos
partidos. Un acercamiento promovido por el segundo y que incluye la propuesta
de formar equipos comunes para trabajar por Bachelet, lo que, de ser aceptado
por los socialistas, supondría un deslizamiento desde su actual alianza con la
DC. Si a eso se suman las críticas de los radicales (hoy socios del PPD) frente
a tales tratativas, parece confirmarse que los actuales alineamientos en la
Concertación, expresados en las dos listas de Concejales -eje histórico versus
pacto progresista-, no necesariamente tendrán larga vida post Municipal.
Mensaje gremialista. En
la Alianza, la UDI comprendió que seguir con el discurso obstaculizador de
primarias traía puro costo y, en un giro, decidió expresar su disposición a
competir en ellas. Esto no asegura que el 30 de junio vaya a concretarse esa
contienda ni que ahora el gremialismo piense que se trata del mejor escenario
para proyectar una candidatura ganadora. En cambio, sí podrían extraerse
algunos mensajes. Por ejemplo, uno a Laurence Golborne: si efectivamente quiere
ser candidato del oficialismo, deberá ser antes candidato de la UDI por un
tiempo largo; eso implica tomar partido y jugarse por los gremialistas en las
encarnizadas disputas Parlamentarias que ya se insinúan. A su vez, la señal
para RN es que se viene una confrontación dura, donde, de dispararse claramente
uno de los dos Presidenciables, el partido (y sobre todo los Congresistas) del
otro requerirán nervios de acero, en especial considerando el amplio plazo que
la ley fijó para realizar la primaria. Una última derivada es que, tras estos
movimientos, con ambas colectividades aceitando máquinas, parece más
insostenible que Golborne y Andrés Allamand puedan seguir en sus cargos más
allá de noviembre. De paso, surge la pregunta de si ese eventual cambio de Gabinete
incluiría también al (supuesto) tercer hombre en carrera, Pablo Longueira, o si
sellaría su bajada de la contienda.
Primarias como fórmula
para poner a prueba a los candidatos.
El Congreso despachó
el proyecto de ley que establece primarias para que los partidos políticos,
individualmente o en pacto con otros partidos o independientes, puedan designar
sus candidatos a los cargos de Presidente de la República, Parlamentarios y Alcaldes.
Su adopción será voluntaria, pero vinculante para los que las utilicen, y se
llevarán a cabo simultáneamente para todos ellos. Por tratarse de una ley
orgánica constitucional, corresponde que el proyecto sea revisado por el
Tribunal Constitucional, sin que se prevea ningún inconveniente sustancial,
para proceder luego a su promulgación, de modo que dicho mecanismo estará con
seguridad disponible para las elecciones Presidenciales y Parlamentarias de
fines del próximo año.
Si bien los partidos
son soberanos para emplear las primarias, la norma aprobada constituye un
desafío para aquellos que quieran mostrar una voluntad real de renovación
política. Negarse a ellas sin razón pudiera conllevar costos políticos
importantes, cuando las encuestas y apreciaciones de analistas revelan un
desencanto ciudadano con la política y una baja valoración de los partidos, a
la vez que una demanda por renovación y mayor participación. Las primarias se
presentan como una instancia novedosa de participación efectiva y que ha sido
un vehículo eficaz de profundización de la democracia en otros países.
Hasta ahora, los
partidos han recurrido con frecuencia a las encuestas para definir
candidaturas. Pero la permanente sujeción a éstas es criticable, pues supone no
ejercer el liderazgo político y es reveladora de la escasez de ideas en el
debate público. El hecho de que una personalidad exhiba alto apoyo en los
sondeos de opinión, incluso por largo tiempo, no puede ser considerado como un
antecedente suficiente para prescindir de la sana confrontación de posiciones e
ideas, en razón de que las encuestas dan cuenta únicamente de impresiones
muchas veces superficiales, susceptibles de cambiar radicalmente cuando las
alternativas se expresan en detalle y bajo las exigencias del rigor de tener
que competir. Así, en la elección norteamericana, el aspirante republicano pasó
a ser visto como un desafiante con oportunidades de conseguir el triunfo luego
de su actuación en el primer debate Presidencial. Ello acredita la relevancia
de los mecanismos que someten a los candidatos al escrutinio de los votantes y
la contribución que hacen a la vitalidad de la democracia.
Sería lamentable que
las aprensiones y los cálculos sean los que zanjen si habrá primarias para
determinar los candidatos. La competencia en el interior de los conglomerados
no es necesariamente divisiva; no ha sido así, por ejemplo, en la experiencia
norteamericana. Cuando las distintas alternativas sienten que tuvieron
oportunidad y que la posición que ha de representarlas surgió de un proceso
participativo, puede haber mayor disposición a aglutinarse y ser entusiasta en
torno a ella que si es impuesta por las cúpulas partidarias. Por otra parte,
los candidatos que rehúyan la competencia pueden salir debilitados, al haber
adoptado una posición segura, pero que suele utilizar la indefinición como
estrategia y la consiguiente carencia de propuestas sólidas. Finalmente,
adoptarlas es una prueba irrefutable de compromiso con la democracia, que
vendría a contradecir eficazmente las sospechas ciudadanas de que los partidos
son máquinas para repartirse los beneficios del poder, sin conexión con los
intereses y problemas que aquejan a las personas comunes.
Comparaciones con OCDE.
La postulación de
Chile a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y su
ulterior incorporación a ella, tras un exigente escrutinio, que involucraba satisfacer
elevados estándares en diversas materias institucionales, fueron evaluadas
positivamente por el mundo político y empresarial: indicaban que nuestro país
había alcanzado los niveles necesarios para formar parte de este selecto grupo,
y que además, para poder mantenerse en él y exhibir ese sello de calidad, los Gobiernos
siguientes tendrían que procurar seguir fortaleciendo las instituciones y
atendiendo a las recomendaciones de esa organización, lo que redundaría en una
trayectoria de progreso para todos.
Las acciones y
recomendaciones de la OCDE están dirigidas a distintos ámbitos del quehacer de
sus miembros, entre otros, a entender qué es lo que conduce al progreso
económico, social y ambiental; a medir la productividad y los flujos globales
del comercio e inversión; a analizar y comparar datos para predecir tendencias
futuras; a examinar asuntos que afectan directamente a las personas comunes,
tales como impuestos, seguridad social y administración del tiempo libre,
además de la educación de los jóvenes. Todo eso permite proponer diseños de
políticas para mejorar la vida de los ciudadanos de sus estados integrantes.
Las mejores prácticas
que la OCDE pueda sugerir, asociadas a la experiencia adquirida por países
desarrollados, incluyen necesariamente las correcciones que esos países estén
haciendo o procuren hacer en el futuro cercano respecto de criterios o
modalidades que en el pasado reciente han probado ser causa de dificultades. En
esa categoría cabe examinar el estado actual de la evaluación del llamado
"Estado de Bienestar", esto es, aquel conjunto de políticas públicas
destinadas a garantizar protección social a las personas en condiciones más
bien universales. Muchos países han ido incorporando correcciones a esas
políticas, en general en la línea de acotar los beneficios para evitar abusos,
y de eliminar los incentivos perversos que fomenten esos abusos. Ya el
Presidente Clinton -un demócrata preocupado de la protección social en la
década de 1990- basó su primera campaña Presidencial en la promesa de corregir
la "seguridad social como la conocemos", y lo mismo ha ocurrido en
los países escandinavos, especialmente en Suecia y Dinamarca, además de
Alemania, con esfuerzos desplegados por más de 10 años en esa dirección. Todo
ello ha redundado en su creciente prosperidad, que contrasta con los problemas
que exhiben otros países que no han hecho esos cambios, como España y Grecia,
en los que el Estado de Bienestar ha sido un protagonista e, incluso, muchas
veces el causante de dichos problemas.
Por eso resulta
pertinente para nuestro debate interno distinguir entre aquellos elementos de
políticas públicas que constituyen las mejores prácticas institucionales que
podamos adoptar - acogiendo sugerencias que la OCDE pueda hacer, y que
normalmente implican esfuerzos de los ciudadanos para generar riqueza- y
aquellas políticas de protección social, en su versión universal y general, que
los países desarrollados están abandonando progresivamente, mediante
correcciones a menudo drásticas a sus excesos e incentivos perversos.
La facilidad para
invocar genéricamente lo que ocurre en los países desarrollados como argumento
para fundar políticas públicas en nuestro país muestra una insuficiente
comprensión de esas realidades. Pertenecer a la OCDE supone compararnos con los
países desarrollados que lo integran, pero como incentivo a avanzar de modo
sólido, no como una suerte de autoflagelación -aduciendo que estamos en la cota
inferior entre sus miembros-, que impela a establecer ahora mismo todos los
beneficios del desarrollo, sin haberlo alcanzado aún.
La próxima campaña
presidencial seguramente abordará estos temas, por lo que será muy útil tener
muy presente esa distinción cuando ese debate ocurra.
Brasil y financiamientos
políticos.
El Partido de los
Trabajadores (PT), de la Presidenta Dilma Rousseff, atraviesa un momento
complejo, en el que debe demostrar su integridad. El 28 de este mes enfrentará
la segunda vuelta electoral en Sao Paulo y decenas de otros Municipios, justo
después que el Tribunal Supremo Federal declaró culpable de corrupción a uno de
sus líderes históricos, José Dirceu, ex Jefe de Gabinete de Lula da Silva entre
2003 y 2005.
Los Jueces
respaldaron la tesis de la Fiscalía, según la cual Dirceu fue el
"mentor", "jefe" e "ideólogo" del esquema de
corrupción que se montó para financiar campañas políticas con dinero fiscal y
comprar votos de Congresistas, para obtener mayorías y aprobar proyectos de
ley. Si bien Dirceu se declara inocente y "chivo expiatorio" de un
contubernio opositor, los Magistrados fueron categóricos en concluir que él
tenía una "posición central de organización y liderazgo de la práctica
criminal, como mandante de las promesas de pago" a Parlamentarios. Un
miembro del Tribunal reconoció no tener "pruebas documentadas" contra
Dirceu, pero sí testimonios creíbles, y estimó que en todo caso era muy
improbable que éste y el Jefe del partido no supieran lo que hacía el tesorero.
La democracia
brasileña ha pasado varias duras pruebas desde el fin de los Gobiernos
militares. Ha tenido un Presidente (Fernando Collor de Mello) que renunció para
evitar un juicio político (luego fue absuelto por la justicia civil),
innumerables renuncias de Legisladores y Ministros por escándalos varios, pero
sus figuras estelares hasta ahora han salido incólumes. Ni Cardoso (cuyo
partido también tiene causa abierta por corrupción) ni Lula ni Rousseff han
sido dañados por los escándalos en sus colectividades. Sin embargo, es
preocupante que el financiamiento de las campañas y de los partidos esté en el
centro de las acusaciones.
Tanto Lula como Dilma
se han puesto al servicio de su partido en esta segunda vuelta y, con el
"juicio del siglo" como trasfondo, salen con más energía a la calle a
respaldar a sus candidatos. Aún no conocemos el impacto que haya tenido el
proceso judicial en el electorado (los sondeos están en marcha), ni si esto
dañará la imagen de esas figuras protagónicas de la política brasileña. En el
PT consideran que el alza en el número de Alcaldías obtenidas el domingo pasado
muestra que los brasileños están más preocupados de los temas de ciudad que de
la corrupción. Sin embargo, eso fue antes que el Tribunal Supremo declarara en
definitiva la culpabilidad de los acusados, el pasado martes. Si esto irritó la
conciencia cívica, podría afectar las opciones de los candidatos del PT en el
próximo balotaje.
En Chile debe
estudiarse con cuidado este caso, pues si bien por ahora no hay acá quejas
serias sobre el sistema vigente de financiamiento de campañas y de partidos
políticos (bastante nuevo y aún no bien consolidado), ignoramos si en el futuro
próximo -en el calor de las campañas Municipal, Parlamentaria y Presidencial-
se alzarán o no críticas en torno a insuficiente transparencia y escasa
fiscalización al respecto, que ya se han insinuado en ciertos momentos.
Dos cartas para meditar.
Señor Director:
Caso bombas: sin
culpables.
Mi hija se vio
afectada por una bomba puesta en Camino del Alba el 21 de mayo de 2008. Sólo el
pilar entre ambas puertas del auto la salvó de un daño mayor, ya que el
artefacto provocó la caída de partes de un poste eléctrico.
Lo extraño y
paradójico es que mi hija y un joven que la ayudó vieron a los idealistas
atravesar corriendo desde el poste donde habían instalado el artefacto, y nunca
fueron llamados a declarar a Fiscalía alguna.
Sólo en la clínica
llegó un Carabinero a pedir declaración, cuando mi hija estaba en urgencia.
Luego llegó otro policía a mi casa para ver el auto, y llamarme la atención por
haberlo retirado del sitio del suceso. Sin embargo fui obligado a hacerlo por
el primer oficial que llegó al lugar de la explosión, aduciendo que estaba
creando alarma.
Todo lo anterior fue
cubierto en forma extensa por un canal de TV que en esos tiempos daba cobertura
a los hechos delictuales, y no por las Autoridades de turno que no se
interesaron para nada en el caso. Por tanto no es raro que no existan culpables
en el caso Bombas.
Enrique Rodoni I.
Señor Director:
El Gendarme y los
encapuchados.
Una periodista de un canal de noticias dijo
que no se justificaban los disparos al aire del Gendarme, porque la turba que
lo atacó no era de más de 6 u 8 personas. ¿Cuántas serán entonces necesarias?
Otra periodista
inquirió al director de Gendarmería por qué, si habían manifestaciones, el
vehículo Fiscal circulaba por el centro de Santiago corriendo el riesgo de
ataques. Al parecer, debieron haberle pedido autorización a los manifestantes
para seguir adelante con la agenda de Tribunales.
Imágenes de TV muestran cómo unos enajenados
atacaron sin provocación alguna un vehículo de Gendarmería con piedras de gran
tamaño, por ambos costados y por detrás, impidiendo al ocupante del vehículo
advertir la real magnitud de la situación, salvo por las rocas que golpearon el
carro, y poniendo en peligro su integridad física, ya que al menos 2
proyectiles fueron lanzados directamente en su contra.
Un Fiscal feliz por
dejar con arresto domiciliario nocturno a un Gendarme que todavía debe estar
preguntándose por qué le pasó esto a él, y por un sueldo miserable.
Una polola pidiendo secar al Gendarme en la
cárcel por las lesiones al amor de su vida.
Toda una sociedad
exigiéndole a sus funcionarios policiales -con muy poca preparación- una
actuación de héroes, siendo que lo más probable es que nadie esté personalmente
dispuesto a tenerla. ¡Qué debió haber hecho el Gendarme! ¿Nada y arriesgarse a
que lo mataran?
Es común el denominador de muchos de los
problemas de este país en el último tiempo, donde ninguna voz exige que se
descubra y encarcele a los verdaderos culpables: los encapuchados de siempre.
Cristián Gabler.